jueves, abril 25, 2024
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Indignados, lesbianas y Frank Capra

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Da un poco de vergüenza ajena contemplar la serie de vacuidades que algunos son capaces de encadenar, presa del más básico adanismo, cuando realizan lo que autocompasivamente denominan análisis de la realidad que nos rodea. Es difícil de asimilar que se observe como rabiosa novedad el hecho de que un americano afincado en Escocia (y probablemente presa de la espirituosidad local) haya engañado a medio mundo con un blog que contenía las confesiones y reflexiones de una lesbiana siria, que sólo existía en su maltosa imaginación. También llama poderosamente la atención que se estudie como insólito el hecho de que, en una situación de gravísima crisis económica y social, surjan reacciones espontáneas y bien intencionadas de la gente inspiradas en el espíritu cooperativo y solidario, y prendidas por la llama de la indignación. Pero, por amor de Dios ¿acaso hace tanto tiempo que no han visto Juan Nadie?

A principios de los cuarenta, en plena ebullición de los regímenes totalitarios que el socialismo regaló al mundo (los nazi-fascistas, por un lado y los comunistas, por otro), ese siciliano que compartía orígenes (por suerte no destinos) con Vito Corleone y que se llamaba Capra, nos regaló esta pieza maestra que nos muestra, entre otras cosas, lo fácil que es canalizar sentimientos genuinos y de las más nobles raíces, hacia los más abyectos propósitos, siempre y cuando se cuente con la complacencia de unos medios de comunicación sometidos a los intereses del poder político o que aspira a serlo. Juan Nadie, como la lesbiana siria del scotch yankee, no es más que una interesada ficción periodística y literaria. Lo que ocurre es que Ann, a diferencia de Mc Master, acepta seguir adelante con su ficción y buscar un Juan Nadie que encarne al personaje, por aquello de que la realidad no estropee un buen artículo…ni un buen salario.

El Juan Nadie de Capra, una vez hecho realidad en la persona de Long John Willoughby, aparece por primera vez, literalmente INDIGNADO, en la portada del periódico con el titular ‘YO PROTESTO’. Mientras que el Juan Nadie de la primera plana protestaba por la injusticia económica y social y había amenazado con suicidarse el día de Navidad, el Willoughby que lo encarnaba se inspiraba para darla imagen de la foto en una encendida protesta contra un error arbitral en el béisbol. Pero la portada canaliza los sentimientos de millares de norteamericanos machacados por la Gran Depresión que encuentran en esa imagen una referencia para sus demandas. También los indignados campistas de la Puerta del Sol, Plaza de Cataluña y otros lugares atrajeron al principio a gentes que querían manifestar su malestar con la situación de descomposición económica, social y política de España.

El final es conocido por todos. El movimiento Juan Nadie, tras extenderse de forma asombrosa por todo el país, acaba cayendo en las garras de los intereses de poder de aquellos que lo habían ido multiplicando a través de la cobertura mediática. La imagen de los motoristas rodeando el escenario del estadio es una poderosa imagen de denuncia del totalitarismo. De los indignados del 15-M solo nos quedan grupúsculos de guerrilla urbana que han declarado abiertas las hostilidades contra nuestro sistema democrático, con base en una representación que se arrogan por encima de la que confieren millones de votos depositados en unas urnas por gentes pacíficas que duermen en sus casas y van a trabajar por las mañanas. Tales Juanes Nadie indignados son utilizados como icono por determinadas facciones políticas y mediáticas con el fin de erosionar las bases del marco político que nos hemos dado los españoles, probablemente ante la certeza de que el poder en ese marco cambiará de manos en breve. Desde luego llama poderosamente la atención que el ministro del Interior haya desplegado notables esfuerzos para que la cadena de radio que habitualmente lustra sus botas difundiese que el químico más famoso de España (Capra también lo era) sintonizaba con los indignados  y simpatizaba con muchas de sus propuestas.

De seguir las cosas así, tendremos que llamar a Abby y Martha Brewster para que nos administren un poco de su arsénico, por compasión.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Juan Carlos Olarra

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