“Asino” es la etiqueta que desde ayer circula en Twitter para rechazar los últimos incidentes ocurridos en Barcelona al abrigo del movimiento 15M. La mayoría de los “tuiteros” critica y muestra su decepción por los comportamientos violentos contra los políticos que entraban en el parlamento catalán y que fueron insultados, abucheados y zarandeados. Algunos diputados recibieron escupitajos o fueron agredidos con aerosoles.
El movimiento se vio obligado a difundir un comunicado en el que condena los actos violentos asegurando que no representan el espíritu de sus reivindicaciones. Y es cierto, pero el mal ya está hecho. Los radicales y violentos se están cargando un movimiento social, muy justo, que nació en contra del panorama político, económico y social que tenemos en España.
Lo heterodoxo y la gran cantidad de colectivos que nutren el 15M hacía temer y sospechar, como así ha ocurrido, que bajo ese paraguas se cobijaran grupos radicales y violentos. Comportamientos como los de Barcelona no hacen más que dar la razón a políticos como Esperanza Aguirre que afirmaban sin rubor, y antes de que hubieran sucedido estos hechos, que el comportamiento de los ‘indignados’ «es el mismo que han tenido a lo largo de la Historia todos los precursores de los movimientos totalitarios”. Dejando a un lado esta demagogia, lo cierto es que el movimiento está herido de muerte. Si la desmesurada acción de los Mossos d´Esquadra del pasado 27 de Mayo les dio vida y recorrido, las acciones violentas del 15 de Junio va a ser su puntilla. Esta reflexión conduce a otra certeza: la incompetencia demostrada por el consejero de interior de la Generalitat, Felip Puig. Se pasó en los episodios de Mayo y no ha llegado en los de Junio.
Pero, con todo, quienes veían con simpatía a la “Spanish Revolution” ya están entornando los ojos y mirandola con recelo. Y no es para menos si quienes la van a dirigir son los violentos y los antisistema.
Así, no.
Editorial Estrella