miércoles, abril 24, 2024
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El «piloto automático» de Aguirre y «cacerolada» para Gallardón

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La actualidad de las últimas horas nos ha traído a primer plano, por muy diferentes causas, a Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Una por su discurso de investidura pronunciado en la Asamblea de Madrid y el otro por las iracundas “soflamas” recibidas a las puertas de su casa.
Ambas circunstancias merecen sendas reflexiones.

Primera. Cualquier político debe ser consciente de que está expuesto a las críticas, e incluso a los abucheos. Es más, resulta muy saludable que así sea para que, al ver sus reacciones, los ciudadanos sepamos quién nos gobierna y con quién “nos jugamos los cuartos”. Gallardón, en los últimos años ha dado muestras de saber encajar este tipo de golpes en su quehacer político. Y se podrá estar de acuerdo o no con su gestión, muchas veces criticada también en Estrella Digital, pero en lo que nadie debería tener dudas es en el talante dialogante de Gallardón por mucho que algunos le acusen de que se trata de una pose que lo que en realidad esconde es soberbia y vanidad. No podemos estar más en desacuerdo con esta última idea. Entre otras cosas –y ya que la protesta deriva de la prohibición de las actuaciones musicales en el barrio de Chueca de Madrid con motivo del Día del Orgullo Gay- porque si ha habido un ayuntamiento y un alcalde que más receptivos y colaboradores han sido con el colectivo homosexual, éstos han sido el Consistorio de Madrid y Alberto Ruiz-Gallardón. Por tanto, resulta injustificable el acoso y hostigamiento al que fue sometido a las puertas de su casa cuando ejercía de ciudadano y no de político.  Es de agradecer que las asociaciones de gays y lesbianas se hayan desmarcado de ese lamentable comportamiento y que Gallardón volviera a dar ejemplo de compostura cuando lo fácil hubiera sido perder los nervios.

Segunda. El discurso de investidura de Esperanza Aguirre en su tercera legislatura como presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido pobre y pronunciado con sordina. Sin proyectos ni iniciativas dignas de mención, salvo algunas ocurrencias de cara a la galería  y sin ningún tipo de desarrollo o concreción, la  presidenta se ha descolgado con la pretensión de eliminar el Grupo Mixto –hasta ahora nutrido por presuntos corruptos de las filas populares-, reformar también la ley electoral con listas abiertas y dividir Madrid en circunscripciones. No ha explicado los motivos ni la manera de llevar a cabo esas ideas, aunque hay sospechas sobre sus pretensiones. Tampoco ha desgranado ni una sola iniciativa –no lo ha hecho en los últimos cuatro años- para fomentar el empleo, en tanto que su discurso se ha limitado a hacer una defensa de su acérrimo liberalismo económico y político mientras, al tiempo, ejerce un feroz intervencionismo en Telemadrid, cadena a la que no ha dedicado ni una sola palabra. Ha evitado hablar de las razones por las que quiere privatizar el Canal de Isabel II, empresa ejemplar y que aporta importantes beneficios a las arcas públicas. Quizás por eso.

Por el contrario, ha dedicado gran parte de su intervención a hacer oposición al Gobierno de España y a acusar abiertamente a Rubalcaba de “haber olvidado el juramento que hizo de cumplir y hacer cumplir la ley”. Palabras muy gruesas de una política -se supone de primer nivel- exministra y expresidenta del Senado, a quien no le ha temblado la voz cuando ha dicho que el comportamiento de los ‘indignados’, «es el mismo que han tenido a lo largo de la Historia todos los precursores de los movimientos totalitarios”.

Estrella Digital, que defiende los derechos constitucionales de la libertad de expresión y opinión, no puede por menos que denunciar la bajeza demagógica de estos comentarios dichos sin rubor en la sede parlamentaria.

Con todo, ha sido lo más llamativo de un largo discurso sin contenidos creíbles y que nos puede dar una idea de lo que será la próxima legislatura autonómica a la que Esperanza Aguirre le ha puesto el “piloto automático”, pensando que su pista de aterrizaje está un poco más lejos de la Puerta del Sol.

Editorial Estrella

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