Patxi López es un político valiente, de lo contrario no estaría donde está, y su lealtad está fuera de toda duda. Su apuesta por la celebración de un congreso extraordinario debe entenderse en esa línea. Lealtad al Partido Socialista y, al tiempo, a Zapatero. Sí, porque lo que necesita del Secretario General del PSOE es que le digan las cosas claras y que le abran los ojos por su ceguera ante la realidad. Tras la debacle del 22-M y si el próximo sábado triunfa la apuesta de las primarias será una enorme irresponsabilidad. A menos de un año para las Elecciones Generales que, de antemano, ya dan por perdidas, optar por las primarias con la elección del candidato supondría que el Partido socialista se volvería a encontrar dentro de un año en el mismo debate. Al PSOE le interesa cuanto antes acometer la renovación ideológica y resolver el problema de liderazgo, a sabiendas de que quien se encargue de ello tendrá que conducir una larga travesía en el desierto a la que parecen abocados los socialistas.
La retirada de Zapatero de la candidatura socialista para los siguientes comicios no es suficiente, aunque bien es cierto que la celebración de un congreso extraordinario supondría una “moción de censura” interna, punto al que el líder socialista y sus cercanos no quieren llegar. De celebrarse ese cónclave, también traería como consecuencia la convocatoria anticipada de elecciones, algo que la órbita de Zapatero, entre ellos el presidente andaluz, José Antonio Griñán, rechaza de plano.
A pesar de que los barones han perdido peso por los resultados del domingo, siguen tenido las riendas del partido en las regiones y deben forzar, por ello, a Zapatero para que tome la decisión del congreso. Unas primeras –se ha visto recientemente en Madrid- sería un parche que no solucionaría nada y mostraría las vergüenzas internas. El congreso extraordinario es la solución.
Editorial Estrella