jueves, abril 25, 2024
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Bildu somos todos

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Entre mis recuerdos de infancia, está el de la campaña televisiva cuyo eslogan era “Hacienda somos todos”. En aquella época, anterior a la creación de la Agencia Tributaria, los logos tricolores y otras lindezas, Hacienda era Hacienda a secas y todo el mundo sabía a qué atenerse. Y al que parecía no enterarse, como Lola Flores, le ponían al día puntualmente.

Ahora anda el patio revuelto -y no con poca razón- en mi querida Guipúzcoa natal, ante la perspectiva no descartable, de que BILDU (para quien haya perdido el hilo, la marca electoral de ETA) se haga con el control de la Diputación Foral y, consecuentemente de la Hacienda Foral de Guipúzcoa, único órgano de gestión, recaudación e inspección tributaria en la provincia y territorio histórico. La imagen de los proetarras administrando las finanzas de todos los guipuzcoanos se ha hecho especialmente evidente cuando la patronal guipuzcoana ADEGI ha difundido un comunicado en el que acepta con normalidad la posibilidad de que los bildutxos formen gobierno foral, manifestando incluso que hay que darles un margen de confianza.

Parece que lo de menos es que BILDU, así llamada a dirigir los destinos de Guipúzcoa en los próximos cuatro años, se oponga frontalmente a todos los proyectos que significan progreso para nuestra tierra, como el tren de alta velocidad, la ampliación del puerto de Pasajes o la modernización del aeropuerto de San Sebastián. Supongo que en eso son herederos de ancestrales doctrinas como la de José María Olarra (lamentable homonimia) que decía que Euskadi no sería libre hasta que las vacas pastasen libremente en el Boulevard donostiarra.

Lo que preocupa es que BILDU, justo cuando ha dejado de recaudar el impuesto revolucionario, vaya a recaudar el IRPF, el IVA y el Impuesto sobre Sociedades. Y es que ahora, a la persuasión de las pistolas y las bombas (que nadie ha entregado ni inutilizado, aunque algunos atolondrados lo den por hecho) se suma el enorme poder de la maquinaria administrativa y de los procedimientos tributarios. Ahora sí que las posibilidades de comprobación de datos y estimación de rentas y fortunas, que ya antes eran enormes por el numerosísimo grupo de chivatos que ETA tiene en instituciones públicas y privadas, se convierten en infinitas. Los mecanismos del bien puestos al servicio del mal.

Un veterano en la resistencia al chantaje etarra (especie mucho más escasa de lo que se ha querido contar) me decía con cierto humor negro, que ahora por lo menos, entre pagar o jugarse la vida, le quedaba a uno la vía intermedia del recurso económico-administrativo.

Lo cierto es que parece que BILDU va a hacer honor a su nombre, ya que una de las acepciones de dicha palabra en euskera es “recoger, recolectar, recaudar”. Seguramente porque, además de lo que son, sugieren lo que parecen, y BILDU se parece a BELDUR, que significa miedo.

Si nadie lo impide, en Guipúzcoa BILDU seremos todos.

Juan Carlos Olarra

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