jueves, abril 25, 2024
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Las ojeras de ZP

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No me había fijado hasta ayer. No había caído hasta ayer en la cara de cansancio que tiene el Presidente Zapatero. Sus ojos no tienen vida. Y sus ojeras, moradas de sufrimiento como las de La Lirio, delatan un agotamiento físico y moral tremendo. Si no fuera un sarcasmo inadecuado habría titulado la columna con algo así como ‘De la ceja a la ojera’. Pero la piedad sólo es patrimonio de los grandes hombres y yo aspiro a parecerlo, así que tendré piedad de él. Es más, me produce tanta compasión que, desde que le vi ayer en TV dando una rueda de prensa sobre el terremoto de Lorca, no hago otra cosa que pensar en él y en ese impulso que, maliciosamente, le está llevando a mantenerse, como sea, en el cargo. Y no veo otra razón de ello que eso que los sicólogos llaman La Erótica del Poder. Frase, por cierto, que no debe confundirse con el Poder de lo Erótico.

En palabras del maestro Joaquín Leguina, la Erótica del Poder ‘no es una erótica en sentido literal, sino, precisamente, lo contrario: es la sustitución de eros por otro placer, el placer del mando, el gozo del dominador. En suma, una perversión que han padecido todos los dictadores y otros muchos que no lo son ni lo han sido, pero que –todo ellos– encuentran un extraño placer en dominar o, en términos menos brutales, les produce gozo dirigir, liderar’. Clarito como el caldo de un asilo.

Y el Presidente Zapatero debería hacerse mirar si su deterioro físico y moral se debe a algo así para tomar medidas paliativas urgentes.

En cualquier caso, allá él con lo que le pone o le deja de poner, pero alguien de Moncloa debería decirle, al menos, que su aspecto no es más que una alegoría de la España actual. Y eso es malo para todos.

Pinocchio

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