viernes, abril 19, 2024
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Un guión familiar

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Mitch Daniels, el candidato a presidente en 2012 del estamento conservador, vino a Washington el miércoles para pronunciar un discurso sobre política de educación ante una institución conservadora. Pero no habían transcurrido 10 minutos de discurso y daba un giro inesperado.

«La mayor parte de lo que he hablado hasta el momento, y gran parte de lo que me queda por hablar, está firmemente apoyado por la administración Obama», decía el gobernador Republicano de Indiana a la multitud reunida en un American Enterprise Institute hasta la bandera. «Acojo con satisfacción la opinión del presidente y del secretario (Arne) Duncan. Tienen razón en estas cosas».

¡Alerta de comunicación! Uno de los intelectuales de derechas presentes en la sala se levantó para dar a Daniels una segunda oportunidad de criticar a Obama. El gobernador la rechazó. «En serio quiero celebrar y elogiar, y lo he hecho una y otra vez, las opiniones del Presidente, del secretario Duncan, por el gran liderazgo en este terreno», aducía. «Hay un papel de la administración pública» en la educación, argumentaba. «Yo creo en el estándar nacional».

Puede sonar discordante en estos tiempos escuchar a algún conservador decir algo positivo de la administración Obama; Daniels también aplaudía el trato «bien realizado y bien despachado» a Osama bin Laden.

Pero el Gobernador de Indiana está siguiendo un guión bien escrito. Hace una docena de años, George W. Bush (para el que Daniels trabajó como responsable presupuestario en la Casa Blanca) hacía campaña por la candidatura presidencial Republicana como un tipo diferente de Republicano, un «conservador compasivo» movido principalmente por la inquietud por los chavales pobres y las escuelas públicas.

Al final, la mayor parte de eso acabó siendo tontería; Bush era un conservador completamente convencional. Daniels, de la misma forma, no es ningún amigo de los oprimidos, pero está demostrando ser un consumado táctico. En un momento en el que los votantes Republicanos están descontentos con sus opciones presidenciales y los candidatos salientes se marginan haciendo campaña a cuenta del aborto, la homosexualidad y una partida de nacimiento, el candidato oficioso Daniels parece adulto.

Daniels no resulta un político tan natural como Bush (está cerca del metro setenta y cinco, peinado), y tiene mucho más de intelectual (su charla inductora de bostezos exploraba «la flexibilidad administrativa» y «los exámenes estatales de progreso escolar»). Sin duda, parte de su atractivo de empollón desaparecerá una vez los rivales empiecen a retratarle como el ejecutivo de farmacéutica que es. Pero hasta el momento, el Gobernador se está distanciando del reparto Republicano.

En el discurso pronunciado en el AEI, Daniels decía que la valoración del personal docente se basará en la pregunta «¿maduran los chavales?», un calco de la famosa pregunta de Bush «¿están aprendiendo los chavales?» Como Bush, Daniels habló de la necesidad de ayudar «a los chavales de los hogares más expuestos».

En un reproche al Gobernador Republicano de Wisconsin Scott Walker, Daniels informaba a la audiencia de que «el derecho a la negociación colectiva tiene su lugar, y siempre lo tendrá». Habló de «justicia social», una frase prohibida entre conservadores, y relajó su apoyo a los vales de centros concertados argumentando que los menores deben cumplir dos semestres en un centro público para poder acogerse al programa.

Daniels presumía de incremento en el gasto en educación en Indiana como parte de su plan para ampliar a todos los menores de cinco años la atención preescolar a jornada completa. «Indiana es el número uno de América en porcentaje del presupuesto estatal destinado a la educación», afirmaba.

Demócratas y sindicatos de profesores, por supuesto, van a discrepar con la caracterización de sus políticas que hace Daniels. Pero la presentación ante la élite conservadora estaba más relacionada con el envoltorio: Es la desarmante alternativa al espantoso elenco del Partido Republicano.

Comenzó con humor cursi («Lo primero que deben saber de mi es que se encuentran aquí bajo falsas promesas: Vine a comer simplemente») y realizó su transición a la burla de sí mismo («voy a hacer lo que hacen los vagos y voy a ponerles diapositivas»). Desconcertó a los presentes con una frase ingeniosa acerca del inventor del cue recientemente fallecido. Contó la broma clásica de monólogo sobre un tal «Billy», incapaz de levantarse para ir al colegio hasta que su madre le recordaba que «eres el director». Empleó frases campechanas como «la abeja del sombrero» y trató de hacer una metáfora de la educación utilizando un estilo de pirueta conocido como el «Fosbury».

La rutina del estilo falto de sofisticación también ayudó a Daniels a desviar una pregunta de Mara Liasson, de la radio pública, acerca de si podría meterse en la campaña por la candidatura presidencial tan tarde. «El caballero dice: ‘Cuando considero mis posibilidades, me maravillo de mi autocontrol'», bromeó, antes de considerar una» agradable sorpresa» que la campaña aún no se haya decantado por un favorito claro. «A menos que sea usted un político profesional o dirija una pensión en New Hampshire, es algo muy bueno», dijo Daniels.

Muy gracioso, muy cercano y muy amistoso con los desfavorecidos: Es inquietantemente parecida a la forma en que otro gobernador Republicano se presentó ante América hace una docena de primaveras.

Dana Milbank

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