Una nada sutil operación desde la izquierda está intentando desestabilizar al Partido Popular mediante la difusión de informaciones y comentarios que lo presentan como dominado por la derecha más severa. Líderes políticos socialistas y comunistas, acompañados de la orquestación mediática que los sigue, repiten una y otra vez que el centro-derecha español, encabezado por Mariano Rajoy, está haciendo el camino inverso que parecía recorrer en otro tiempo. Es decir, que el PP poco menos que se está tirando al monte.
Se trata de una acusación falaz, sin el menor apoyo en la realidad, porque lo cierto es que ante una situación económica tan difícil y casi de emergencia social (cerca de cinco millones de parados) los populares están haciendo la oposición que corresponde en un afán legítimo por sacar a España de la grave crisis que no tiene visos de remitir. Al contrario, las medidas adoptadas por el Gobierno Zapatero en materia de empleo han procurado, a decir por la EPA, lo contrario de lo que pretendían. El paro no solo no se ha aliviado si no que continúa su escalada para desesperación de millares de familias.
El hecho cierto de que algunas voces del PP desbarren de vez en cuando y se alineen a posiciones muy extremas, no indica que la cúpula del partido ni la inmensa mayoría de su militancia sigan ese sendero, a nuestro juicio muy equivocado. El discurso de Mariano Rajoy y de los principales líderes populares está haciendo daño en las filas socialistas y no por exagerar la magnitud del desastre gubernamental, sino sencillamente por cantar las verdades del barquero. Sería cosa de suspender a Rajoy y a su equipo de colaboradores si ante tamaño problema de la sociedad no denunciaran la incompetencia del Ejecutivo y se limitaran a una oposición de guante blanco sin elevar el tono de sus reivindicaciones, que son las de la mayoría de la gente.
Hay mucho de estrategia por parte del PSOE en su afán por desestabilizar al PP. Y no es menor motivo la confirmación por parte del CIS de la distancia de más de diez puntos que este último le saca a los socialistas si hoy se celebrasen elecciones generales. Es comprensible que en Ferraz se desaten los nervios, conocedores como son de que ni una sola encuesta, ni pública ni privada, les da un respiro. Todo parece indicar que esa estrategia no ha hecho nada más que comenzar y que después del 22-M aumentará el ruido, ya a solo diez meses de los comicios nacionales.
El Partido Popular representa a una parte importantísima de votantes, más de diez millones en 2004, que seguramente a estas alturas crece exponencialmente en sentido inverso a la intención de voto del PSOE. Y si en las próximas municipales y autonómicas se produce el vuelco que auguran los sondeos, Zapatero y los suyos, con primarias de por medio, se verán tentados a recurrir a nuevas maledicencias, porque estas nos las sabemos ya de memoria y no tienen credibilidad ante la opinión pública.
Tiempos revueltos nos esperan. Y la campaña electoral en puertas nos ilustrará sobre los decibelios que alcanzan los mítines socialistas, que por cierto no tienen ya el poder de convocatoria, a decir por las sillas vacías que se ven en los que se están celebrando. Pero, sin la menor duda, el PSOE soltará por esos pueblos de Dios a sus heraldos del desastre para proclamar que si gana la derecha todas las conquistas sociales serán eliminadas en el primer Consejo de Ministros.
Ojo a esa táctica de desestabilización. Gentes menos formadas y acaso nada informadas pueden dar cierto crédito a estos cuentos al revés de Antoñita la Fantástica.
Francisco Giménez-Alemán