Las redes sociales, especialmente Twitter, echan humo después de conocerse la votación en el parlamento europeo en la que la mayoría de los eurodiputados votaron en contra de una serie de medidas de austeridad. Entre ellas, la de viajar en avión en clase turista.
Este episodio de nuestros políticos ha supuesto una especie de revolución a través de la etiqueta #eurodiputadoscaraduras que se convirtió en pocas horas en lo más visto de la red. Los internautas –y todos los ciudadanos en general- no entienden que mientras todos los gobiernos están aplicando medidas encaminadas al ahorro, sus señorías se nieguen a viajar como todo el mundo. Los únicos españoles que votaron en contra fueron Ramon Tremosa (CiU), Rosa Estarás (PP), Raül Romeva (ICV) y Oriol Junqueras (ERC). Todos los demás (16 parlamentarios del PP y otros 18 del PSOE, incluidos sus jefes de fila, Jaime Mayor Oreja y Juan Fernando López Aguilar, respectivamente) se opusieron a apretarse el cinturón. Tras el revuelo en la red, los socialistas españoles anunciaban –vaya casualidad- que todo se debió a un error y que cambiarían el sentido de su voto, si bien no modificará el resultado final. Precisamente fue en Twitter, donde la dirigente del PSOE Elena Valenciano trataba de dar explicaciones, pero mejor que no lo hubiera hecho, asegurando que la enmienda «estaba mal planteada».
Con todo, no pensemos que lo que se proponía era que sus señorías viajaran con el vulgo y apretados en los asientos. No. Según el texto que se sometió a votación ese plan de austeridad estaba dirigido a los vuelos inferiores a cuatro horas y tenía varias excepciones en función de la edad y salud de los diputados y personal del parlamento.
Esta total falta de solidaridad, cuando en nuestro país hay casi cinco millones de personas que no tienen ni para viajar en autobús, retrata a una clase política totalmente alejada del pueblo, del que no conoce sus problemas y al que solo utiliza para lograr su voto en época electoral.
Y demuestra otra cosa. Gracias a Internet y las redes sociales, estos actos no quedan impunes y generan estado de opinión entre los ciudadanos, especialmente los más jóvenes.
Que tomen nota los políticos.
Editorial Estrella