El pasado jueves 10 de marzo un grupo de autodenominados activistas de Greenpeace (mi abuela tenía otros calificativos para quienes se comportaban de tal modo) desparramaron 4.000 kilos de basura en plena calle en Madrid, frente a la entrada del Ministerio Uno y Medio (Medio Ambiente+Medio Rural+Medio Marino). Al parecer tan sucio comportamiento abrigaba un ánimo de protesta, que sin duda fue debidamente interpretado por los responsables de la sede gubernamental, que nada hicieron para impedirlo. Una vez concluida la maloliente protesta, los sedicentes ecologistas se marcharon a sus casas sin preocuparse de si la basura con la que nos habían regalado a todos los madrileños debía destinarse al recipiente amarillo o al azul. Para eso está el SELUR, que costeamos todos los ciudadanos, para recoger los desperdicios de estos activistas tan concienciados.
Casi al mismo tiempo, otra organización ecologista, Ecologistas en Acción, desparramaba una serie de contenidos tóxicos en la red al hilo de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de 24 de enero de 2011 que anula la orden de la media veda de la temporada 2007-2008 en dicha comunidad. De todos es sabido que el objetivo fundamental de dicha organización es la prohibición total y absoluta de cualquier actividad venatoria, con base en criterios tan dogmáticos como contrarios a la conservación del medio ambiente. Y para tal objetivo global, se lanzan ofensivas parciales, como la que aquí nos ocupa, cuyo objetivo no era otro que la eliminación absoluta de la media veda como período de caza. Cuando digo que la organización contamina la red con sus comentarios me refiero no tanto a lo que dice como a lo que calla. Porque lo que no nos cuenta Ecologistas en Acción es que el objetivo fundamental de su demanda no era la orden de la media veda del año 2007 (hoy carente de contenido) sino el apartado del artículo 99 del Reglamento de Caza de Castilla-La Mancha, que autoriza a la administración a dictar la citada orden. Lo que se pretendía era una impugnación indirecta de la habilitación legal de la media veda como temporada de caza. Y lo que oculta deliberadamente la organización ecologista es que tal pretensión es descartada de forma tajante y preliminar por la sentencia del TSJCLM, por lo que su intento de prohibir la media veda con carácter general queda en un rotundo fracaso.
Este aspecto es muy relevante, puesto que en el comunicado de la organización se indica que “esta sentencia tiene una notable importancia por cuanto debe conducir a la desaparición de la media veda y ya es firme en este aspecto. Una modalidad cinegética que no sólo es ilegal e insostenible sino que da lugar todos los años a un incremento muy notable de caza furtiva de especies protegidas”. Falacia sobre mendacidad. La sentencia no declara la ilegalidad de la media veda en general, sino de una orden de un año en particular. Y lo que es más importante, la sentencia rechaza de plano el intento de Ecologistas en Acción de cuestionar la regulación legal de la media veda como período de caza.
Por lo tanto, por más que se diga que “Ecologistas en Acción es consciente de la trascendencia que tiene la sentencia que declara ilegal la media veda y de las posibles consecuencias que se pueden derivar de su obligada aplicación”, lo cierto es que no existe tal declaración general de ilegalidad de la media veda y el tribunal se limita a recordar a la Administración que la fijación de sus períodos, conforme a lo establecido en la legislación –cuya validez y vigencia se confirman, frente al intento de los ecologistas, debe elaborarse con base en los preceptivos informes técnicos, y no de forma puramente abstracta.
Una vez más, tendremos que recoger los despojos y desperdicios que los ecologistas nos han arrojado en su protesta y seguir trabajando de modo responsable y silencioso por la conservación del medio natural que tanto amamos, sin golpes de pecho ni desgarro de vestiduras.
Juan Carlos Olarra