martes, abril 16, 2024
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No es una canción popular

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La toma Republicana del control de la Cámara puso el mazo del presidente de la Cámara estadounidense en manos del Congresista de Texas Ron Paul, mosca cojonera candidata presidencial Republicana con público. El miércoles, utilizó ese mazo por primera vez, con efecto notable.

El ambiente de la propia vista legislativa fue festivo, a raíz de los deseos de Paul de abolir la Reserva Federal y recuperar el patrón oro, pero lo que destacó de verdad fue el testigo presentado por el presidente Paul, un sureño secesionista.

La «biografía corta» que brindó el testigo con su testimonio omitía partes importantes de su currículum, incluyendo su libro de 2006 «Lincoln sin máscaras: lo que se supone que usted debe desconocer de Abe el Trapalero». Pero el coordinador Demócrata del subcomité, William Lacy Clay (Missouri), hizo los deberes y descubrió más cosas del testigo, Thomas DiLorenzo, de la Universidad de Loyola en Maryland.

DiLorenzo, decía el congresista al comité, había llamado a Lincoln «el primer dictador» y «asesino de masas», y había decretado que «Hitler fue lincolnista». Peor aún, acusaba Clay, «trabajó para una organización nacionalista del Sur». «La Liga del Sur es un grupo neo-confederado que aboga por una segunda secesión del Sur y por una sociedad dominada por los estadounidenses de origen europeo».

En el estrado de los testigos, DiLorenzo hacía gestos de burla y movía su mano con desprecio. Pero ni él ni Paul intentaron refutar las acusaciones vertidas por Clay.

Preguntado tras la vista, el testigo decía: «Pronuncié un par de conferencias para un grupo de estudiantes universitarios hace 15 años vinculados a esta cosa llamada Liga del Sur».

Por casualidad, «esta cosa» que se llama Instituto de la Liga del Sur cuenta a DiLorenzo en su página web en 2008 nada menos como «profesor externo». Una web secesionista, DumpDC, identificaba el año pasado a DiLorenzo de la misma forma cuando publicaba una entrevista con él en la que es citado diciendo que «la secesión no es sólo posible, sino imprescindible si alguna parte de América se considera en el futuro ‘la tierra de los libres’ en algún sentido significativo».

DiLorenzo tiene derecho a decir lo que quiera. Pero suscita dudas de Ron Paul y sus causas que esto sea lo mejor que puede presentar en su primera actuación como secretario del subcomité de política monetaria del Comité de Servicios Financieros.

Paul parecía estar improvisando sentando tras una placa con el nombre «Sr. Paul, presidente». Cuando llegó el momento de dar lectura a su discurso de introducción de la vista, se quitó sus gafas de leer y se puso a improvisar. «Probablemente hayamos inyectado 4 billones de dólares» a la economía, denunciaba. «Me imagino que podríamos haber dado a todo hijo de vecino 60.000, 70.000, tal vez 100.000 dólares, no he hecho cálculos, regalarles simplemente el dinero y habríamos hecho mejor».

Los «cálculos» utilizando las cifras de Paul no llegan a 13.000 dólares, pero ¿quién lleva la cuenta?

Una alternativa era propuesta por el segundo testigo, Richard Vedder, de la Universidad de Ohio: «Nuestra economía logró la supremacía económica en el mundo de 1871 a 1914 — el período del patrón oro, los precios estables y ningún banco central». El sistema actual, según él, crea burbujas, aunque se negó a especular acerca del tipo de burbuja que vendrá después.

«Creo que los economistas que hacen predicciones son tontos», dijo.

Unos minutos más tarde, el congresista Al Green, D-Texas, preguntó qué pasaría si volviéramos al patrón oro. «Creo que estaríamos en mejor posición», predecía Vedder.

«Entonces, ¿qué es lo que dice usted de la gente que hace predicciones?» recordó Green.

«Yo dije, ‘Ciertos economistas hacen predicciones erróneas, los hay que hacen predicciones correctas», respondió Vedder.

«Usted dijo que eran tontos,» le informó Green.

«¿Tontos?» respondió Vedder.

DiLorenzo llegó a decir que no hay necesidad de que el gobierno garantice los depósitos de los bancos. «No estoy seguro de que se pudiera decir que los descubiertos bancarios eran peores antes de tener la Comisión Federal de Protección de Depósitos», adujo.

«Pasamos la Gran Depresión», señaló Green.

«Bueno, sí, un tiempecillo», reconoció el testigo.

Peculiar retratar la Depresión de «tiempecillo». Por otra parte, fue peculiar por parte de DiLorenzo decir el año pasado que «Interpreto mi deber propagar la verdad del horrible tirano que fue Lincoln». Y fue peculiar por parte de DiLorenzo escribir en 2005 que «La Liga del Sur defienden la paz y la prosperidad en línea con la tradición de George Washington o Thomas Jefferson».

Más peculiar aún es la elección de Ron Paul de convertir a DiLorenzo en el testigo estrella de su primera vista. Después de la sesión, Paul intentaba la defensa. «Los testigos», dijo, «deben ser evaluados según lo que dicen y lo que creen».

Es que ése es el problema, señor presidente.

Dana Milbank

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