Está escrito que la reunión entre el Presidente de la Genarlitat y el Presidente del Gobierno se iba a saldar con acuerdo. No podía ser de otro modo y eso lo sabían los barones y los no barones. Lo que ocurrió es que el acuerdo —permiso para emitir deuda— daba de lleno en la fibra más sensible de las autonomías que viven con el agua al cuello. Solo Cataluña necesita este año, nada menos, que 11.000 millones de euros para pagar deuda.
De inmediato, el alcalde Madrid, y los presidentes de Murcia y de Castilla-La Mancha saltaron como trigo en albarda porque ellos, también necesitados de permiso para emitir deuda, vieron cómo en su día la pretensión alcanzada por Mas ellos no la obtuvieron.
Tras el revuelo, resulta que las cosas no son como parecen. Que todo se debe a un malentendido y que a partir de ahora todas las autonomías que reduzcan el déficit al 1,3 se podrán endeudar. Así, la polémica ha quedado zanjada y Zapatero ha sorteado el enfado de los barones.
Lo que hay que preguntarse es si es conveniente para nuestra maltrecha economía, con los ojos de los mercados encima, que las autonomías, aun cumpliendo el techo de déficit, deben endeudarse más. Es verdad que todas ellas están agobiadas, que se las ven y se las desean para hacer frente a pagos y a proveedores, pero lo que no es seguro es que todas hayan hecho el esfuerzo máximo para no tener que recurrir a nueva emisión de duda. El dinero que se compra hay que pagarlo. Cataluña es un buen ejemplo que en cuestión de meses tiene que pagar la emisión de deuda lanzada por el gobierno anterior. El coste de los famosos bonos es de 7.000 millones. Será que los de letras no manejamos bien los números pero así, a primera vista, son excesivos.
Charo Zarzalejos