miércoles, abril 24, 2024
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Egipto: Examen de conciencia

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Se mantiene todavía la incertidumbre sobre el modo en que en Egipto haya de lograrse el fin de Mubarak y, de cómo se resuelva esa inevitable transición, las consecuencias que pueda tener en otros países de la zona, en los que las protestas –como mayor o menos intensidad- están apareciendo de un modo impensable hace bien poco.

Al margen de lo que ocurra, no es ésta mal momento para que las democracias occidentales reflexionen sobre lo ocurrido. Es evidente que una cierta concepción de lo “políticamente correcto”, de intereses (reales porque se han convertido en tales después de artificiales posicionamientos en las relaciones exteriores) y viejos vicios, convierte en patéticas muchas de las reacciones ante estas protestas inesperadas. En Francia se reclama ahora una suerte de acto de contrición acerca de sus paradójicas relaciones con el dictador de Túnez, sin que se termine de conseguir del todo. El Reino Unido ha reaccionado con mayor contundencia en el caso de Egipto, lo que ha servido para subrayar las contradicciones y la tibieza de la Unión Europea en materia de política exterior. Nosotros deberíamos estar preguntándonos qué demonios puede ser, a diferencia de lo que ha sido, la famosa Alianza de las Civilizaciones que se iba a poner en marcha, para conseguir la paz y el entendimiento, dando un papel preeminente a los dictadores de Túnez y Egipto y nunca a sus ciudadanos sometidos.

Estados Unidos, más serio que Europa, no deja de ocultar su miedo por la evolución de los cambios que se avecinan, por el hipotético ascenso al poder de los islamistas radicales, por el efecto que puedan tener ciertas transiciones en las relaciones con Israel y la paz en Oriente Medio. No se trata de minimizar estos problemas, que son fundamentales, pero sí de reflexionar sobre la posibilidad de cambiar de estrategia en el futuro. Es de esperar que ya no se de por bueno, sin más, el mantenimiento de dictaduras –algunas tremendas y depredadoras- para el sostenimiento de interés y un concepto de la paz que, a base de una brutal vulneración de los derechos humanos, no es precisamente la paz.

Germán Yanke

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