martes, abril 23, 2024
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Merkel y el sacrificio de los otros

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Zapatero no se moverá del plan establecido. La hoja de ruta de las reformas seguirá siendo su prioridad antes de retirarse o volver a intentarlo. Con las elecciones autonómicas a pocos meses, ha preferido dedicar el cierre de la última convención socialista a explicar el pacto de Estado con un prólogo tajante contra los rumores; no habléis del futuro del Psoe, sino de España. Es lo único que puede vender, por eso ha pedido pactos y consenso, antes incluso que victorias electorales.

Los primeros réditos de la ola de reformas son simbólicos. Esta semana, la foto del presidente será doble. La primera el miércoles, con sindicatos y empresarios para inmortalizar el acuerdo de pensiones. Y si ningún alto cargo lo estropea, la segunda será el jueves 3, en la cumbre relámpago bilateral con Alemania. A un lado de la mesa estará el presidente y seis de sus ministros; Trinidad Jiménez, Miguel Sebastián, Cristina Garmendia, Valeriano Gómez y Elena Salgado. En definitiva, las carteras económicas del ejecutivo. Al otro, los secretarios generales de los sindicatos; el presidente de la patronal y cuatro grandes empresarios españoles: César Alierta de Telefónica, Ignacio Sánchez Galán de Iberdrola, José María Entrecanales en representación de su constructora y el presidente de la Caixa, Isidro Fainé. Junto a ellos, la canciller alemana Angela Merkel; sus ministros económicos; sindicatos y empresarios alemanes. Con el pacto materializado en sus primeros pasos, diversos protagonistas de las negociaciones dan gran importancia al hecho de que este encuentro se vaya a producir con un acuerdo firme de pensiones y una renovada paz social. La velocidad a la que se ha negociado, con varias sesiones nocturnas en la Moncloa prolongadas hasta las cinco de la mañana, no han sido ajenas, ni mucho menos, a la cita marcada por el presidente.

Este escenario de recibimiento a Merkel casi idílico, con los agentes sociales y los líderes europeos, responde en primera instancia a mejorar la imagen de España. Evitar la instantánea convulsa de Grecia, Francia o Inglaterra y encauzar el asunto no fue fácil. En la estrategia de los agentes sociales uno quería abandonar la mesa y salir a la calle, el otro negociar. Mientras CC.OO. avanzaba hacia una segunda huelga general, que llegó a fechar en enero, y amenazaba una posible ruptura sindical, UGT forzó el diálogo como la mejor salida para todas las partes. Fue Cándido Méndez quien puso sobre la mesa, después de Navidad, la idea de un gran pacto de Estado que arrancara con las pensiones y sumara grandes acuerdos en materia de energía, industria, servicios, sistema financiero, mercado laboral, etc. Según una persona de su confianza, «no es una idea personal, el líder de UGT suele recordar a quien lo olvida que lleva más de treinta años militando en el Psoe, los vínculos entre el sindicato y el partido del Gobierno son centenarios. El sindicato había tomado nota de la respuesta en las últimas movilizaciones y en el Psoe provoca pánico la idea de unas elecciones autonómicas enfrentados al sindicato y a sus bases». Lo que ocurrió después, es conocido. Sentados en la mesa de los pactos, exigieron negociar al más alto nivel con Rubalcaba al frente. Una negociación donde la importancia de las personas ha sido crucial. Con Díaz Ferrán no habría sido posible. Embargado por la justicia y la quiebra de sus empresas, hacía mucho que no representaba los intereses de la CEOE. Rosell, por otro lado, ha sabido recoger el guante sindical y los empresarios han dado finalmente el visto bueno a un acuerdo de pensiones del que apenas conocían los detalles. Un gran gesto de confianza, asegura un conocedor de las reuniones.

En este ambiente tan dulce ¿Les falta razón a los que, en pequeños grupos de momento, protestan en la calle? Razones no les faltan. Por una reforma de menos calado que la española se han hecho varias huelgas en Francia, por ejemplo. Y aunque se mire con buenos ojos el acuerdo, útil para dar confianza dentro y fuera de España, lo cierto es que abarata y recorta las pensiones, según diversos cálculos, de un 15 o 20 por ciento. En el primer encuentro de 2011, a Merkel le servirán en bandeja el sacrificio ajeno y la dinámica vuelve a ser la de hace treinta años; gana la canciller con unas reglas del sistema financiero donde es difícil jugar de igual a igual. Como siempre, la vergüenza está en los detalles. En la embajada germana de Madrid ya están los formularios para el nuevo inmigrante español con destino Alemania en compañías lowcost: el «proyecto de reclutamiento de personal cualificado español» ha comenzado. Una buena idea sólo si pudiera hacerse, además, en sentido contrario.

 

Pilar Velasco

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