jueves, abril 25, 2024
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Glenn Beck contra los rabinos

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Después de que la MSNBC dejara marchar a Keith Olbermann, Glenn Beck no pudo resistirse a celebrar. «Keith Olbermann es el mayor grano en el culo del mundo», juzgaba.

Pero la marcha de Olbermann en realidad habría de hacer reflexionar a Beck: ¿Cuánto tiempo más puede durar la brutal rutina de Beck en Fox News en un momento en el que el discurso político es objeto de mayor escrutinio?


El último presagio del final de Beck llegaba el jueves – Día del Holocausto – cuando 400 rabinos en representación de las cuatro ramas del judaísmo estadounidense contrataban un anuncio que exige que Beck sea castigado por lo que los comentarios del anuncio llaman el uso «monstruoso» y «más que repugnante» de figuras del antisemitismo para ir a por el superviviente del Holocausto George Soros.


Un portavoz de Fox restaba importancia a la queja de la forma habitual, atribuyéndola a «una organización política de extrema izquierda financiada por Soros». Pero eso no se sostiene: Los firmantes del anuncio incluyen al jefe ejecutivo de United Synagogue of Conservative Judaism y su antecesor, el decano del centro rabínico teológico judío conservador, y un buen número de rabinos ortodoxos.


Beck ha sobrevivido a las denuncias anteriores de su hostigamiento racial, sus palabras violentas y sus teorías conspirativas. No es novato en el discurso cuestionable sobre los judíos (hace años llamó a Barbra Streisand «bicho raro bizco de gran nariz»), y durante el último par de años sus acusaciones de Nazi vertidas contra sus detractores se han contado por cientos.


Pero en junio promocionó en directo el trabajo de una simpatizante Nazi, Elizabeth Dilling, que en obras que Beck no mencionó, se refería a Eisenhower como «Ike el judata» y al desafío New Frontier de Kennedy como «Jew Frontier». Unos días más tarde, Beck aludía a la ascendencia judía de Soros, acusándole de manipulación de la divisa y decía que «tiene un vello inquietante en su nariz».


El 13 de julio, Beck decía a su audiencia de Fox: «Jesús conquistó la muerte. No fue convertido en víctima… Si fuera una víctima, y esta teología estuviera en lo cierto, entonces Jesucristo habría vuelto de entre los muertos y habría hecho pagar a los judíos lo que hicieron». (Después de las quejas, Beck aclaraba que «los romanos, no los judíos, sentenciaron a muerte a Jesucristo»).


Luego vino el 9 de noviembre, aniversario de la noche de los cristales rotos, un precursor del Holocausto. Beck – por pura coincidencia, sin duda – conmemoraba el aniversario con una serie de tres programas en Fox atacando a Soros como «el que mueve los hilos».


«El primer ministro de Malasia llama a Soros ‘especulador sin escrúpulos'», informaba Beck. «En Tailandia, se le tacha de ‘criminal de guerra económico’. También dicen que le chupa la sangre a la gente».


Titiritero. Banquero sin escrúpulos. Vampiro. Son vetustos estereotipos antisemitas. Las palabras del líder malayo citadas por Beck están sacadas de declaraciones que describen una conspiración judía contra los musulmanes.


Y Beck no había terminado. Llamaba a Soros «colaborador» de los Nazis que «vio meter a gente en cámaras de gas» y «chaval judío que ayudaba a mandar a los judíos a los campos de exterminio». En realidad, el padre de Soros se lo había escondido a los Nazis poniéndole a cargo de un caballero húngaro encargado de hacer una relación de las pertenencias de las familias judías que habían huido.


«No es apropiado acusar a un chaval judío de 14 años ocultado con una familia cristiana en la Hungría ocupada por los Nazis de enviar a su gente a los campos de exterminio», escriben los 400 rabinos en su anuncio.


Beck respondía en su programa radiofónico del jueves bromeando con sus invitados diciendo que «ahora vierten ataques contra mí diciendo que soy antisemita». Beck empleaba una variación de la defensa que había utilizado antes: que no es antisemita porque es pro-Israel y feroz crítico de Irán.


Eso es cierto, pero irrelevante: Muchos cristianos conservadores apoyan a Israel en la creencia de que ello ayuda a provocar la segunda venida de Cristo. Ser pro-Israel y pro-judío no es lo mismo.


Las cálidas ideas de Beck acerca de Israel, por ejemplo, no excusan lo que hizo hace dos semanas en la Fox, cuando identificaba a nueve responsables de «la era de la gran mentira». Hablaba de ellos como propagandistas que se consideraban «una minoría inteligente» que manipula a las masas. De los nueve caballeros atacados por Beck, ocho eran judíos. «Un caso clásico de eufemismo antisemita», aduce Jeff Goldberg en el Atlantic.


Hace 75 años, el padre Charles Coughlin, el reconocido «sacerdote radiofónico» de la Depresión, perdió su micrófono al pasar de las referencias veladas de «sacar a los comerciantes del templo» al antisemitismo flagrante. Ahora Beck se aferra al apoyo de Fox News como prueba de que él no ha cruzado esta frontera.


«¿Podría presentar tres horas de televisión con mentiras y difamación y conservar mi puesto de trabajo frente al caballero más poderoso (Soros) y los colectivos más poderosos del mundo?» planteaba una noche.


Esa es la pregunta que tiene que abordar Rupert Murdoch.


Dana Milbank

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