jueves, marzo 28, 2024
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La locura alemana

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Las escuelas y academias de idiomas ya lo están notando. Desde hace un par de semanas las matriculaciones para cursos de alemán han experimentado un auténtico subidón. Algunas, incluso se han visto obligadas a contratar profesores para poder satisfacer una demanda hasta ahora minoritaria en nuestro país. Quien optaba por un segundo idioma se decantaba por el inglés pero el “boom” alemán se hace notar.

El próximo día 3 viene a España Angela Merkel. Le interesa, entre otras cosas, el talento español, una versión más moderna y digna que aquel “Vente para Alemania, Pepe”. Sabe que España es un nicho de parados pero sabe que tenemos buenos ingenieros, buenos médicos y una nueva generación que ha optado por la hostelería. Viene a España con ofertas de trabajo que nuestros jóvenes no sólo no desdeñan, sino que les supone un horizonte que hace apenas dos meses no tenían. La embajada alemana está inundada de solicitudes y de peticiones de información. La locura alemana ha caído en terreno abonado. Ofrecer formación y empleo en un gran país como es Alemania que además está a poco  más de dos horas de avión de España es algo así como un maná para miles de ciudadanos españoles que aquí, en su casa, no encuentran acomodo a sus justas expectativas laborales.

Que Alemania busque el talento español está bien. Lo que produce tristeza es que el talento español no se quede en España. Si nuestros talentos presentes y los que en unos años pueden serlo, se van, nuestro país se descapitaliza, prescinde de lo mejor que tiene y lo peor de todo es que de todos los que se van solo un porcentaje bien pequeño vuelve.

Hace poco fue el primer ministro chino el que dio una pizca de oxígeno a la maltrecha economía española y ahora es Angela Merkel quien viene al rescate de quienes son nuestro futuro. No me alegro de ninguna de las dos cosas. Me alegro de que de vez en cuando recibamos oxígeno y me alegro por los miles de jóvenes que ven en Alemania el cielo abierto, pero no me puedo alegrar de esta supremacía china que poco a poco va penetrando en Europa y, desde luego, en África, y no me puedo alegrar de que nuestros jóvenes se vayan -ya se han ido muchos-, porque en España, que es su casa, no encuentren acomodo. Lo siento, pero todo esto me produce una enorme tristeza.

Charo Zarzalejos

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