miércoles, abril 24, 2024
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El algoritmo vuelve al mando; la política, para viejos

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Las empresas deben reinventarse si no quieren perder negocio. El éxito de hoy no garantiza el de mañana. La tensión entre asegurar los resultados y diseñar el futuro es constante y los ejecutivos y compañías que tardan demasiado, pierden. Y más en mercados como el digital y de los medios, sacudidos por la tecnología y los nuevos competidores. En ese desafío está la razón de la sustitución de Eric Schmidt como CEO de Google tras una década que ha convertido la compañía en la sinécdoque de internet y su marca en un verbo.

El algoritmo vuelve al mando. Los dos fundadores, Larry Page y Sergey Brin, acaban con la tutela para insuflar nuevos bríos a la compañía y no perder la estela de Apple ni ser atrapados por Facebook.

Pero el paso atrás de Eric Schmidt tiene otra lectura. El viejo -55 años- y experimentado ejecutivo se dedicará a las relaciones con los tradicionales poderes económicos, legales y políticos. Los jóvenes -37 años ambos- inventores del page rank, el algoritmo que catapultó el buscador, se ocuparán de la innovación y de formar una dirección más ágil y competitiva. El negocio y su futuro, para los innovadores. Las relaciones públicas y la diplomacia de la gran potencia digital, para los ejecutivos.

Schmidt será presidente ejecutivo y su ocupación serán las relaciones externas y los muchos flancos legales –investigaciones abiertas en Europa y Estados Unidos- y políticos de Google. La negociación con la televisión, las telefónicas, los editores de libros o las discográficas, afectadas por los planes de negocio del gran buscador y comercializador de publicidad en internet. Urgido para disputar el liderazgo de la distribución y comercialización de contenidos a través de la web y las aplicaciones para móviles y tabletas (iPhone+iPad vs. Android), pero también para convertirse en el gestor de la identidad y contenidos de los internautas, donde Facebook manda.

Otra lección de Google. La economía y la sociedad digital van muy por delante de los poderes tradicionales, aunque haya que enfrentarse a las exigencias del control y la diplomacia 2.0, donde las multinacionales de internet son tan importantes como en otros tiempos la política de las cañoneras (EE UU) o la diplomacia del oso panda (China). Para la política y las leyes la experiencia es un grado. Para el futuro, la innovación y la creatividad son cruciales. Si muchas empresas y sectores pensaran igual algunas quizá no estarían sufriendo tanto los rigores de la innovación disruptiva.

Juan Varela

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