La experiencia nos dice a todos que si pretendemos vivir toda nuestra vida en la misma casa, tarde o temprano nos vemos abocados a realizar reformas. Se hace imprescindible pasar paredes, tocar suelos o revisar tuberías si queremos, de verdad, mantener una casa habitable. Trasladada esta idea tan simple como obvia a debate abierto sobre la viabilidad de nuestro modelo autonómico, es fácil concluir que hay que afrontarlo sin dramatismo y sin susceptibilidades y hay que hacerlo porque, efectivamente, el modelo autonómico ha resultado ser un buen modelo. Ha permitido que determinadas identidades se sientan mas cómodas en el conjunto de España y ha acercado la Administración a los administrados.
El modelo autonómico es un buen modelo que no hay que cuestionar, al contrario. Como esa casa en la que queremos vivir siempre, necesita, cuanto menos de una reflexión para mirar con detenimiento los fallos de funcionamiento, las duplicidades generadas tanto por las autonomías como por parte de la Administración central. Hace falta una reflexión serena y compartida para mejorar el conjunto, para hacer más eficaz el sistema y más seguro el estado de bienestar.
Con este asunto ocurre como con lo de las pensiones. Tarde o temprano habrá que afrontaron pero ahora, en puertas electorales, ni es momento ni hay tiempo. Será una de las muchas cuestiones que habrá que plantear en la próxima legislatura. Es este un gran capítulo de orden nacional en el que los dos grandes partidos, se gusten o no, tendrán que resolver salvo que asumamos el riesgo de que la casa se agriete y eso no lo quiere nadie.
Charo Zarzalejos