viernes, abril 19, 2024
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Barullo en el Senado

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Insiste enérgico Rubalcaba : “En este río revuelto no pesca ningún partido democrático. Ninguno”. Responde así el vicepresidente no sólo al senador popular de Murcia, José Joaquín Peñarrubia, quien pidió en el Senado la destitución del Subdelegado del Gobierno de la Comunidad,  por no haber evitado la agresión al Consejero de Murcia, sino por la alusión del PP a las connotaciones políticas del ataque,  sugeridas por la presencia de la candidata socialista en las protestas ante la casa del presidente regional.

Pero con esta firme aseveración, Rubalcaba resta fuerza a la condena de los hechos al sugerir la duda sobre si el PP es o no  democrático, repitiendo, así, el mensaje en el que ha incurrido el PSOE en los últimos años. Molesto por el “clima de agitación”, José Blanco exclama que “es intolerable que el PP culpe al PSOE” y Jáuregui lo considera “mezquino”.

Fue Marcelino Iglesias quien puso de ejemplo a Obama para censurar la ira del PP.  Lejos de culpar a los adversarios políticos de la criminal agresión en Arizona,  el líder americano evocó la libertad y la democracia: «Las fuerzas que nos dividen no son tan fuertes como las que nos unen», dijo en uno de sus discursos más consistentes.

En realidad, la aludida por la culpa de la tragedia de Arizona –seis víctimas mortales, entre ellas, la niña Christina Taylor- era Sarah Palin y su Tea Party, por la escalada verbal (y gráfica) contra la congresista demócrata tiroteada en el mitin, Gabrielle Giffords.  Obama era sólo el líder de la formación atacada, e “hizo exactamente lo que un líder tiene que hacer”, destacó elogiosamente su ácido crítico Chris Christie, gobernador republicado de Nueva Jersey.

Obama puso freno a una polémica que podía desbordarse en la siempre acechante pulsión destructiva pero no cayó en el error de restar trascendencia a un debate pertinente y libre.  En España, donde hubo tantos precedentes de insultos y descalificaciones odiosas que precedieron a los asesinatos políticos, y otros episodios vergonzosos como las manifestaciones ante las sedes políticas, urge una exaltación a lo Obama, que se cuidó muy mucho –pese a haber sido el suyo el partido atacado- de negar la raíz democrática del rival político.  Menos sentido tendría el hacerlo con el que  ha sido la víctima.

“Es importante hacer una pausa y asegurarnos de que estamos hablando entre nosotros de una manera que cure, no de una manera que lastime”, exclamó el jefe de la Casa Blanca.   No habría mejores palabras para que resonaran aquí. 

Chelo Aparicio

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