jueves, abril 25, 2024
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Empresarios por un pacto global

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Por fin están todos los que son. Gobierno, sindicatos y empresarios juntos hacia un gran pacto político y social. El triunvirato de la negociación se cerró la pasada noche del martes sin previo aviso a los medios. A las nueve, en un restaurante madrileño, Joan Rossel, nuevo líder de la patronal, se sumaba a las conversaciones a petición de los portavoces sindicales. Sobre la mesa de este primer encuentro, la misma materia que se ha discutido en los últimos días con el Gobierno, alcanzar un gran pacto de Estado.

El encuentro de sindicalistas y empresarios, al máximo nivel, tiene cierto carácter de urgencia, porque a las intensas negociaciones con el Gobierno sobre la reforma de pensiones, UGT y CC.OO propusieron al ejecutivo que el agujero a tapar es mucho mayor e implica pactos en reformas clave. El listado es amplio; reforma laboral, negociación colectiva, políticas activas de empleo, formación, industria, energía… De ahí que la semana pasada, días antes del intenso fin de semana del 8 y 9 de enero, Cándido Méndez y Fernández Toxo pidieran la presencia de Rubalcaba y evitaran ir a una segunda huelga general antes de tiempo. La materia planteada para la negociación de ese gran acuerdo transcendía, con mucho, las competencias del ministro de Trabajo. Dirá Rubalcaba que la aparición estelar, vendida como una sorpresa del vicepresidente, fue iniciativa suya, pero lo cierto es que se incorporó el sábado por la mañana, a pesar de que se le esperaba desde el viernes. La vicepresidenta económica, Elena Salgado, lo hizo el sábado por la tarde, y en este caso, sin que los sindicatos reclamaran su presencia.

Rubalcaba, portavoz del Zapatero más reformista, admite que la situación no admite más retrasos y confirma que la petición sindical, ahora en coalición inédita con la renovada CEOE, es un gran acuerdo del que, por prevenir, el vicepresidente evita darle un marco. “No quiero etiquetarlo porque es una mala forma de empezar. Se trata de ampliar tanto el número de cosas de las que estamos hablando, como el número de interlocutores”. Si sólo se tratara de conversar… pero todas las partes conocen la urgencia y la posibilidad de que la insatisfacción, la incertidumbre de los ciudadanos, mute en crispación y tensión social.
 
La cena del 11 de enero, según ha trascendido discretamente por parte de algunos comensales, terminó sobre las doce, en un ambiente de tremenda cordialidad que no se recordaba desde antes de los tiempos de Gerardo Díaz Ferrán. Tanto es así, que en la primera cita han cerrado un acuerdo. Dirigirse a todos los partidos políticos para pedirles, al margen del dialogo social, impulsar de forma paralela los acuerdos que convengan para ese conjunto de pactos de Estado que necesita el país, especialmente, en materia del Pacto de Toledo. Y ese es, precisamente, el tanto que ya pueden apuntarse los sindicatos. Zapatero ha aceptado, después de tirar y aflojar, movilizaciones y protestas, mantener la jubilación en los 65, y sumar dos años más con excepciones e incentivos.
 
Rubalcaba admite que este trabajo “habría que haberlo hecho antes”. Entre las prisas, la necesidad y la urgencia, es probable que empresa y sindicatos tengan más armonía a corto plazo que el propio Gobierno, máximo responsable en este momento de que las negociaciones den sus frutos. La fecha límite para la reforma de pensiones del 28 de enero parece que se respetará. De hecho, a pocas horas de la cena se han acelerado las reuniones y contactos. Joan Rosell ha hablado con Rajoy, al igual que Cándido Méndez. Mañana mismo se reúnen el segundo nivel de ambos agentes con parte de los deberes hechos – ya han entrado en contacto con los líderes políticos -. Y en el in crecendo, han empujado el calendario para reunirse a tres bandas lo antes posible, es más, lo harán en pocas horas.
 
Una de las prioridades del primer encuentro de anoche, en la reconciliación de empresarios y sindicalistas, era mejorar la imagen exterior de España. De momento, con esta nueva alianza de respeto y sentido de Estado, han mejorado parte de la  imagen interna. Quiera o no Rubalcaba, el Gobierno tiene la última palabra, no sólo para imponerse, si no para respetar a los representantes de la economía empresarial y laboral, ambos suman más que un Gobierno que imponga y no dialogue.

Pilar Velasco

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