jueves, abril 25, 2024
- Publicidad -

A media luz

No te pierdas...

España ha de acostumbrarse a vivir a media luz, a medio gas, porque no parece que el año que está a punto de romper vaya a venir con un pan debajo del brazo. Antes al contrario, los analistas coinciden en recomendar prudencia en el gasto y auguran un 2011 con problemas en ningún caso menores a los que hemos vivido estos últimos doce meses.

La metáfora de la situación española, y de alguna manera europea, ha venido a ponerla el recibo de la luz. Habrá que gastar menos energía y sustituir las ya viejas bombillas de casa por las de bajo consumo que regala el ministro Sebastián. Como a los niños nacidos en la posguerra, la voz de la memoria familiar nos irá diciendo que apaguemos las luces cuando salgamos del cuarto o del comedor y que no encendamos la estufa más allá del tiempo imprescindible.

No vendrá mal que los españoles recuperásemos algo de aquella austeridad de los años cuarenta, al menos durante el tiempo que todavía se promete largo de la crisis económica. Ello nos ejercitaría en una forma de ascetismo civil que evitaría el derroche en las iluminaciones públicas, en el excesivo consumo privado, y ahormaría nuestra voluntad para lo que todavía nos espera. Aunque lejos de mi intención predicar la renuncia a los bienes materiales y las comodidades que nos trae el progreso. Pero este país requiere una reflexión colectiva: mirarse hacia dentro y preguntarse si seguimos siendo tan ricos como lo parecía en los  primeros años del siglo.

La ostentación, el gasto suntuario, el derroche y el hecho de rodearse de mil cosas prescindibles, además de tener connotaciones de nuevo rico, ofende a la sensibilidad intelectual y hace de nosotros meros consumidores atolondrados sin freno y hasta sin cabeza. Ahora vemos que España ha vivido por encima de sus posibilidades, muy por encima, y que las familias se ven hipotecadas porque la fiebre del ladrillo hizo estragos en la mentalidad popular y colectiva.

No estaría mal que, a modo de ejercicios espirituales por lo civil, emprendiésemos el nuevo año con un sentido de contención, de mejor administración de nuestros recursos, al fin de aliviar la pesada carga de la deuda pública y privada soporta el Reino de España. Las fiestas de Navidad y Fin de Año no han sido a lo que parece comedidas en el gasto de los ciudadanos. Hemos visto los grandes almacenes a rebosar, los bares y restaurantes llenos y millones de personas viajando al extranjero. Tampoco se diría que los Reyes Magos vienen cortos de presupuesto.

Un año a media luz –entiéndase la paráfrasis- nos haría bien a los españoles, necesitados como estamos de rebajar algunos grados nuestro ritmo de vida, aunque para su desgracia algunos millones personas  en la pobreza o en el paro lo han tenido que hacer a la fuerza. Las Administraciones públicas (Estado, Autonomías y Ayuntamientos) deberían pedir plaza en la casa de ejercicios y ocupar los primeros bancos para meditar si es posible seguir manteniendo tantas televisiones, tantos coches oficiales, tanta tarjeta visa oro y tanto gasto superfluo en naderías.

Acaso lo agradeceríamos todos cuando 2011 llegue a su final y pudiéramos comprobar que nos ha venido muy bien la sobriedad y el ahorro. Incluso nos reconfortaría anímicamente.

Francisco Giménez-Alemán

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -