viernes, abril 19, 2024
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Obama el grande (por si no tiene abuela)

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El Presidente Obama tardó menos de 50 días en pasar de la paliza a la bravuconería.

Siete semanas antes, el presidente se enfrentaba a crudos interrogantes que cuestionaban su liderazgo mientras asumía su parte de responsabilidad de la pérdida de la Cámara para los Demócratas en los comicios celebrados la jornada anterior. Pero al caballero que se enfrentaba la tarde del martes a la prensa en el Eisenhower Executive Office Building le fue dispensado por parte de sus interlocutores un trato de coloso conquistador — y a Obama no le molestó ser considerado tal cosa.

«Un montón de gente en esta ciudad predecía que, tras las legislativas, Washington iba camino de más partidismo y más parálisis legislativa», decía a una estancia llena de gente que había predicho eso precisamente. «Y en vez de eso, éste ha sido un periodo de progresos para el pueblo estadounidense».

Puso superlativos a los avances según él:

«El período post electoral más productivo que hemos visto en décadas».

«Los dos años más productivos que hemos visto en generaciones».

«El acuerdo de control armamentístico más relevante que hemos visto en casi dos décadas».

«La mayor puesta al día de las leyes de seguridad alimentaria de América desde la Gran Depresión».

«Al-Qaeda está más doblegada que nunca desde la invasión original de Afganistán en 2001».

¡Más! ¡El que más! ¡El más grande! Y cuando no se deshacía en halagos a sus logros, se elogiaba a sí mismo: «Una cosa que espero la gente haya visto durante esta legislatura coja es que soy tenaz. Soy tenaz. Ya sabe, si creo en algo con convicción, me mantengo firme».

Ándese con ojo, señor Presidente. Lo que dio problemas a Obama antes que nada fueron las expectativas extraordinariamente altas que tenía la nación de su administración — y que la campaña de Obama había alentado. La humildad que le fue impuesta por el triunfo de los Republicanos en noviembre sirvió para centrar a Obama, induciéndole a alcanzar un acuerdo fiscal con el Partido Republicano que enfurece a los correligionarios Demócratas pero hizo posible la cadena de logros legislativos de la que con acierto se jactaba el martes.

Los desesperados temores de las últimas semanas a «una presidencia fracasada de legislatura única» (como advertía Katrina Vanden Heuvel) eran exagerados. Pero ahora el retorno de Obama a la posición de mesías — su acto de corte campaña electoral celebrado para ratificar la derogación de la política «don’t ask, don’t tell» de los homosexuales en el ejército se convocó el martes en el auditorio del Departamento de Interior para dar cabida a la ruidosa y enorme multitud — corre el riesgo de desaprender la valiosa lección de humildad aprendida.

«Acumula un importante montón de victorias las últimas semanas que mucha gente creyó iban a ser difíciles de alcanzar», señalaba Caren Bohan, de Reuters, primera interlocutora del turno de preguntas en la rueda de prensa. «¿Se siente inclinado a declararse viejo conocido?»

«Es una victoria del pueblo estadounidense», fue el cliché de réplica.
Y eso fue todo lo crudas que fueron las preguntas.
 
«Feliz Navidad», dijo Jake Tapper, de ABC.
«Feliz Navidad», respondió Obama.
«Felices fiestas», dijo Dan Lothian, de CNN.
«Felices fiestas», respondió Obama.
«Feliz Navidad», dijo Juan Carlos López, de CNN en español.

Hasta Mike Emanuel, de Fox News, se sintió obligado a anteponer un «feliz Navidad» a su pregunta — un deseo que Obama devolvió, en línea con las circunstancias.

El presidente, airoso de su exitosa carambola a tres bandas a los Demócratas en la negociación del acuerdo fiscal, habló como si él fuera una entidad tan distante de los Demócratas como de los Republicanos.

Dijo «tomar en serio» los deseos de esfuerzos comunes de los votantes, «y espero que mis amigos Republicanos y Demócratas hagan lo propio». Sugería que «tenemos que examinar parte de nuestros viejos dogmas, tanto Demócratas como Republicanos». Al caballero célebre por hablar de la necesidad de «repartir la riqueza» se le pudo escuchar diciendo a Mark Knoller en CBS News «Celebramos la riqueza. Celebramos la existencia de alguien como Steve Jobs».

Obama mostró hasta mejor cara: El maquillaje era denso, lesión del labio oculta, corbata azul a juego con las cortinas. Sólo dio a sus interlocutores media hora — que resultó ser más que suficiente para las gentiles líneas de investigación.

Lothian solicitó a Obama que elaborara su metáfora de campaña acerca de los Demócratas que sacan un coche de la cuneta económica empujando. «¿Qué tipo de autovía piensa usted que van a conducir en 2011?» planteaba el corresponsal. «¿Quién va a estar al volante realmente?»

Obama, a minutos de marcharse a su destino hawaiano de vacaciones, siguió el juego. «El coche está fuera de la zanja», informaba, añadiendo extras automovilísticos acerca de «una muesca en la tasa de paro» y como «el sector privado va a ser el impulsor» y el gobierno «un aditivo». ¿Un convertidor catalítico?

«El pueblo estadounidense conduce», continuó Obama. «Y los dos partidos van a rendir cuentas… si nos perdemos».

Muy inteligente, señor. Pero, por su propia seguridad y la de sus pasajeros, aparque por favor las celebraciones.

Dana Milbank

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