viernes, abril 19, 2024
- Publicidad -

La refundación aplazada

No te pierdas...

Había dos opciones, cuando ocurrió la debacle socialista en el año 1996. Revisar los propios errores o mirar “a futuro”, como solía proclamar Juan José Ibarretxe al defender su ideario.  Los socialistas  optaron por la segunda: Enterrar el pasado.

Así que las primarias para elegir un candidato que hubiera renovado el partido fueron fallidas; la estructura socialista no soportó el triunfo de un alternativo Borrell. Y Almunia, un convencido de la bondad de la revisión crítica, dimitió tras concurrir junto al líder de Izquierda Unida, Francisco Frutos, y resultó la mayoría absoluta del PP. Su gesto mereció el reconocimiento de la mayoría socialista pero una parte no insignificante de su electorado se preguntó con escepticismo qué vendría después.

Llegó Zapatero. Anunciando la garantía del triunfo con un ánimo que disolvía el pasado. El PSOE lo saludó como el esperado, el ungido por la magia para despertar del letargo.  Ganó unas elecciones en un país confuso por el trauma del 11-M y revalidó después su victoria, en 2008, tras persuadir a los votantes de que el diálogo y el talante eran el talismán.  Nadie en el PSOE se lo cuestionó.   

Pero antes de que la crisis financiera de mayo obligara a España a nuevos ajustes, veteranos socialistas librepensadores pedían la renovación del líder, la elección de nuevos candidatos, la refundación del partido.  Su ideario de un perfil izquierdista radical encubría una política económica improvisada: Transmitió que la mera voluntad y la opción ideológica de la izquierda eran determinantes para el reparto de ayudas a los más desfavorecidos.  Cambió cuando no hubo ya más remedio pero tal fue su convencimiento que perdió su discurso en el camino de la rectificación, a golpe de acontecimiento, al galope de la crisis. 

Pasaron los meses, casi el año. La rectificación de las políticas originarias siguió imparable mientras se abrían expectativas en el PSOE por el cambio del Gobierno. Pero Zapatero no pudo evitar su “confidencia” a los periodistas: su decisión sobre su continuidad la conoce –según dijo- su mujer, Sonsoles Espinosa, -hasta ahí, lo privado-, y un miembro del PSOE.  La incógnita pública supone una dimisión en acto, aunque prolongue su mandato hasta el final de la legislatura. 

Algo de su cambio de semblante se dejó ver en los pasillos,  como en el Congreso de los Diputados el pasado 16 de diciembre, poco antes de la celebración del Consejo de Ministros extraordinario para decretar la prórroga del estado de alarma. Un vicepresidente grave recorría los salones de la Cámara Baja para llegar el primero a la reunión del Gobierno. En la planta de abajo, Zapatero salía distendido del hemiciclo, desprovisto de la solemnidad de la decisión del día. Se entretuvo conversando con antiguos conocidos, como si ya fuera un ciudadano más. 

 

 

 

 

 

 

Chelo Aparicio

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -