viernes, abril 19, 2024
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Las pensiones

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El retraso en la edad de jubilación es, nos guste o no, una medida impepinable por razones técnicas y actuariales: aumenta la esperanza de vida y, con ella, la media de años en que se reciben las pensiones, disminuye el porcentaje de cotizantes activos para pagarlas. O se reducen o se retrasan. Más bien, es necesario reducirlas y retrasarlas, qué le vamos a hacer. De hecho, el aumento del periodo de cotización para calcularlas, en lo que al parecer está de acuerdo el PP, ya supone una reducción ya que, estadísticamente, los últimos quince años de trabajo, el plazo ahora vigente, suelen suponer una media de ingresos mayor que todo el tiempo de trabajo.

Es cierto que hay otras posibles mejoras y que es necesario combatir la práctica de jubilaciones anticipadas de algunas grandes empresas a costa de la Seguridad Social, es decir, de todos los contribuyentes. Pero eso, cuando se haga (y es de esperar que sea pronto) no obvia la necesidad de aumentar la edad de jubilación con todas las salvedades y especificaciones que se quieran.

El Gobierno hace bien, por tanto, en plantearlo con o sin la presión de Europa o “los mercados” para que lo haga con urgencia. Hubiera sido mejor la calma en una reforma complicada y de tanto calado, lo que se podría haber hecho en cierta medida si a lo largo de ya más de un año el Gobierno no lo planteara o insinuara como algo nuevo en cada momento. Lo que se ha tratado esta semana en la Comisión del Pacto de Toledo se tendría que haber discutido, analizado y estudiado con toda la solvencia de los datos técnicos y los informes pertinentes hace ya mucho tiempo.

Ahora, el Gobierno, ante la negativa del PP y otros partidos, tendrá que apechugar con el retraso de la jubilación o inventarse disimulos para hacer lo mismo diciendo que no lo hace o, sencillamente, para hacerlo mal. Es de desear que no sea así, pero reconozcamos que en esta batalla, por muchas que hayan sido sus demoras y equivocaciones, no debería estar solo. Que el PP no quiere dar ni un poco de aire al Gobierno es una evidencia, pero no debería ser a costa de perder la iniciativa y de desdecirse tan radicalmente. A quienes oímos que esta reforma era necesaria cuando el PSOE se empeñaba en negarlo fue a los expertos en la materia del principal partido de la oposición. No sólo no nos han explicado en todo este tiempo cómo puede hacerse, sino que ahora se niegan a aceptarlo como si se hubieran mimetizado con el viejo Rodríguez Zapatero, aquel que aseguraba que nos podíamos permitir todo.

Germán Yanke

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