Su agenda está aún por cerrar pero promete ser de vértigo. Rajoy se va a volcar en las próximas municipales y autonómicas. No habrá ciudad española que no vaya a pisar el líder de la oposición. La clave del ajetreo que le espera no está sólo en las lógicas ganas de obtener los mejores resultados. La clave la ha dado él mismo este pasado fin de semana, cuando pidió ganar en las municipales “para echar a Zapatero”. No siempre un triunfo en municipales, significa triunfo en las generales. Eso lo sabe muy bien el Partido Popular, pero dadas las circunstancias, los estrategas “populares” están convencidos de que “después de una derrota como la que se intuye, Zapatero se queda sin aire incluso para llegar a 2012 por mucho que le cuiden los nacionalistas del PNV”.
Las encuestas que manejan los “populares” les auguran triunfo en todas las grandes ciudades, salvo Bilbao y Barcelona, pero Sevilla la dan por ganada y, desde luego, Madrid, sin contar con el avance más que sustancial en Andalucía y en Castilla-La Mancha en donde todo se puede decidir en Ciudad Real. No quieren cantar victoria antes de tiempo, pero en voz baja confiesan su convicción de que “vamos a barrer”.
Si esto realmente ocurriera ¿podría el PSOE agotar al límite la legislatura? En las filas socialistas todo está pendiente de un hilo y ese hilo se llama José Luis Rodriguez Zapatero y aunque confiesan que con el cambio de gobierno quien más quien menos ha percibido que ha colocado a Rubalcaba con vistas al futuro, lo cierto es que lo relevante de verdad es la decisión que tome el hoy Presidente de Gobierno. Las aguas socialistas bajan turbulentas. La inquietud se palpa incluso entre los más discretos y temen que los ciudadanos hagan suya la proclama de Rajoy: votar en municipales para echar a Zapatero. Ni el cambio de Gobierno, ni la omnipresencia de Rubalcaba, ni el gesto de autoridad decretando el estado de alarma y ni el silencio de Zapatero están siendo la medicina que el PSOE necesita. Algunos quieren que el Presidente hable más pronto que tarde, pero Zapatero se ha conjurado en el silencio y ahí va a permanecer.
Charo Zarzalejos