Habrá que reconocer que, en el debate parlamentario sobre la crisis de los controladores aéreos y la declaración de alarma, el presidente del PP ha estado habilidoso. Condena del abandono de los puestos de trabajo, apoyo al Gobierno en esta batalla y reproche por la pasividad y la falta de eficacia durante años de este problema latente que dejó de serlo –latente, porque el problema se agrandó hasta lo indecible- el pasado viernes. Habilidoso fue hasta en el modo de citar a Rubalcaba criticando a Arias Salgado por una cuestión menor pero también sobre aviones y controladores con el recurso de “yo no diré qué…” y, claro, a continuación, se dice.
Así que, salvo en la cuestión temporal (es decir, el hecho de que el decreto se aprobara el día anterior al puente de la Constitución), Rajoy ganó el debate y hasta se permitió el lujo de hacer de analista de FAES y recordar lo que hizo el Gobierno de Aznar, que también era el suyo. Y si pongo la pega de lo que he llamado “cuestión temporal” es porque creo que interesa más el contenido del decreto que el día de su aprobación, como si no se pudiese gobernar antes del puente o, precisamente por el puente y el posible chantaje, hubiera que tener una consideración especial con los controladores aéreos.
Ganó Rajoy, no creo que haya duda, pero ganó en el esgrima parlamentario en el que el Gobierno, a pesar de sus quince portavoces, no da una, seguramente porque al abrir la boca se revelan sus deficiencias y demoras. Sin embargo, permítaseme la ingenuidad de pedir al PP, que seguramente gobernará pronto, algo más que triunfar en estas batallas dialécticas. Me habría gustado, como en otras materias, que el líder de la Oposición añadiera a las serias críticas al menos las líneas generales de una regulación de esta situación que supusiese un horizonte de tranquilidad para los ciudadanos, las compañías aéreas y los sectores directamente implicados que, durante estos días aciagos, han perdido injustamente tiempo y dinero. Ya sé que es una ingenuidad, pero…
Germán Yanke