viernes, abril 19, 2024
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La economía en la UCI

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La economía padece –y con ella nosotros- una enfermedad que no es letal pero sí de inmensa gravedad. No sólo en España. Las constantes apelaciones a que las delicadas situaciones de Grecia e Irlanda, que han precisado los correspondientes rescates, no iban a contagiar a nadie, se han venido abajo. No porque los problemas de Portugal, Italia, Bélgica, España, etc., sean los mismos, y necesiten por ello medidas similares, sino porque hace evidente que, sin una adecuada reestructuración de las deudas y una política europea realista, el impacto del coste de las deudas puede ser determinante. Para las cuentas públicas y para la reactivación económica.

Es cierto que tenemos problemas particulares, que son ya demasiado viejos y que se han manifestado sin velos ni disfraces con la crisis económica actual. Tendremos que resolverlos con rapidez y profundidad y veremos la energía con que el presidente del Gobierno cumple lo vagamente prometido y trata de restaurar la confianza. Pero hay otros problemas, urgentes además, que afectan a un territorio más amplio e impactan en el modo de entender actualmente la Unión Europea, que se ha revelado insuficiente e incapaz. Si hace tan sólo unos días la pregunta –planteada con más afán de información que de sugerir actuaciones sostenidas- era cuánta deuda española había adquirido el Banco Central Europeo, la de hoy es cuál va ser la actitud de la entidad ante los bonos de varios de los países miembros. Lo que ocurre no parece ser tanto un ataque al euro como el aprovechamiento de los inversores de las debilidades nacionales y europeas y la falta de decisión, en este mercado, del Banco Central Europeo.

Tras este primer paso, Europa debe replantearse el gobierno económico de un territorio que tiene una moneda común. En el momento del nacimiento del euro se hicieron muchas optimistas predicciones sobre el efecto de una moneda única en la formación de un territorio común, pero es evidente que, sin instituciones de gobierno, el caos es un peligro cierto. No un cierto peligro, sino un peligro cierto. Así que, sin quitar un ápice de importancia a las reformas concretas que deben realizarse en España, y que hace meses se formulan de uno u otro modo, hay que atajar también las de Europa y el cambio del modo de operar en la crisis del Banco Central Europeo.

Germán Yanke

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