jueves, abril 18, 2024
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De Everis a ZP: Llenos de nada

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I got plenty of nothing

And nothing’s plenty for me

(Porgy and Bess, 1935 George Gershwin, texto de Ira Gershwin)

Comprendo que el presente artículo no contribuirá a acrecentar mi popularidad, pero como decía Loquillo, no vine aquí para hacer amigos (aunque sabes que siempre puedes contar conmigo…) Desconozco si existe una relación causa-efecto entre la presentación en sociedad de los documentos de la Fundación Everis (Declaración Transforma España y Propuesta Transforma España) y la convocatoria a treinta de las grandes empresas españolas (todas ellas adheridas expresamente a las tesis de la citada fundación) realizada por el presidente del Gobierno con el fin de acelerar el crecimiento, pero lo cierto es que toda la secuencia de acontecimientos me produce una cierta desazón.

Me preocupa que el presidente del Gobierno delegue ahora en terceros la búsqueda de soluciones para la dramática situación en que estamos inmersos. Del mismo modo que el Gobierno no es el único responsable de tomar medidas, no es menos cierto que algunas de las más esenciales deben ser ideadas, decididas e instrumentadas por el Gobierno. Convocar a las grandes empresas o promover la creación de una Comisión Nacional de la Competitividad (ZP en El País, 20/11/2010) no son sino muestras de impotencia e intentos de transferir responsabilidades. Volvemos al estoloarregolamosentretodos.org. En todo caso, y como mero signo indicativo, pero muy sintomático de lo que somos, debemos destacar la práctica ausencia de empresas industriales entre las treinta convocadas.

Me preocupa que la iniciativa de la sociedad civil, siempre saludable y bienvenida, se traduzca en la elaboración de un espeso documento enhebrado en los patrones habituales de los informes de consultoría, lleno de lugares comunes y declaraciones programáticas de carácter general, a la vez que trufado de ejercicios de cierta pedantería en forma de citas con vocación de erudición. Ello por no hablar de una estructura pedagógica empapada de una cierta altivez displicente, cuya muestra suprema son las “ventanas para la inteligencia colectiva” que, cada tres o cuatro páginas, condensan a modo de mensaje o idea fuerza lo que no son sino obviedades patentes envueltas en la más pura evidencia.

Me preocupa que en la promoción pública de los referidos documentos de la Fundación Everis, el papel reservado por una de las figuras visibles de este movimiento, el Sr. Serra a los ciudadanos españoles considerados a título meramente individual, se reduzca a pagar sus impuestos responsablemente y no implicarse en actividades de economía sumergida. Al parecer el resto de las ambiciosas (ma non troppo) reformas impulsadas en el seno de esta iniciativa deberán ser ventiladas en esta entente entre el Gobierno y los notables empresariales de nuestro país que cristalizará próximamente en la reunión del Palacio de la Moncloa.

No digo que las conclusiones y propuestas de la Fundación Everis, especialmente las contenidas en las páginas 65 y ss del documento Propuesta Transforma España no sean acertadas. Simplemente pongo de manifiesto que se limitan a constatar extremos sobradamente conocidos y aceptados por todos, pero sin sugerir una sola idea práctica o concreta para su implantación. Es sencillo mantener que “las reformas estructurales trascienden al horizonte temporal de los ciclos políticos, no pueden estar al albur de intereses coyunturales o partidistas, y requieren de una enorme cantidad sostenida de energía e inteligencia colectivas”, pero a renglón seguido se esperaría una sugerencia aproximada a la par que detallada de cómo alcanzar el objetivo. En otro caso, su utilidad será similar a la de la declaración de ZP en la misma entrevista antes referida cuando afirmaba que “Estamos viviendo un déficit global de responsabilidad pública democrática.” Lo bien que suena es inversamente proporcional al valor que aporta.

Entre tanto la reforma laboral ha quedado en nada, la reforma de la negociación colectiva zozobra entre las disputas de organizaciones patronales y sindicales subvencionadas que defienden sus intereses corporativos, la reforma del sistema financiero se maneja en oscuras reuniones privadas de iniciados y la reforma fiscal se columpia entre la demagogia y la atención calculada a los lobbies políticos o económicos de turno, mientras las PYMES y microempresas, que nunca serán llamadas a consultas en La Moncloa, se ahogan en la sequía del crédito y las cargas insostenibles de obligaciones burocráticas absurdas en la mayoría de los casos particularmente considerados (protección de datos, declaraciones medioambientales, prevención de riesgos laborales…). Obligaciones impuestas a mayor gloria de la sociedad posmoderna que, como el famoso trasatlántico, se hunde mientras seguimos bailando al son de la orquesta. Ciertamente, como Porgy, estamos colmados de nada, y la nada parece encaminada a llenarse hasta arriba de nosotros.

Juan Carlos Olarra

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