jueves, abril 18, 2024
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Dinero público para pagar vergüenza y sonrojo

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De inicio debo decir que no conozco al personaje en cuestión, un tal Salvador “no se qué”, que se ha metido en un lío muy grande y  que ha arrastrado a Telemadrid a un episodio tremendamente “marciano”, uno más de los últimos tiempos en la cadena autonómica madrileña. Del tal  Salvador apenas tengo referencias más allá de lo que él mismo se ha encargado de colocar en Wikipedia donde, una de sus referencias, es haber participado en “Crónicas Marcianas”. Y de ahí, según parece, ha llegado a Telemadrid.

El individuo en cuestión, créame lector, no tiene la menor importancia, ni siquiera tienen importancia las barbaridades que ha dicho por muy escandalosas que puedan parecer y ser. Es verdad que lo parecen y lo son, pero no es un problema exclusivamente suyo. En absoluto. El tal Salvador es un peón a mayor gloria de la Gran Señora de Madrid. Un palmero que, seguramente, cobrará unos cuantos cientos de euros por programa.

Y en todo este episodio, una de las cosas más escandalosas no es lo que diga el tal Salvador, sino lo que por acción y omisión han dicho y dejado de decir los responsables del programa “Alto y Claro”, de Telemadrid y la Comunidad.  Para empezar, (véase YouTube) Doña Isabel San Sebastián no se descompone y le hacen  gracia los comentarios  de ese tal Salvador. Incluso, entre sonrisas y sin mal gesto le dice: “si te veo acercándote a mi hija, te mato, ji ji”.

Vaya decepción con Isabel San Sebastián…, con lo que ha sido y en lo que se ha quedado. Otra palmera de la Gran Señora de Madrid.  Vamos a ver, y es una lección gratis, cuando comienza un programa de televisión en directo o diferido, todo, todo se graba. Aunque haya “cortes” de publicidad se sigue grabando la señal del plató en el control central. Eso lo saben los profesionales, no los advenedizos. Quienes tienen experiencia en televisión conocen que hay que ser muy cautos con las cámaras y los micrófonos. ¡Tienen vida propia, lo juro!

Y en un “intermedio” televisivo no hay conversaciones privadas. Debe haber profesionalidad, ajustar lo que resta del programa con el realizador y el editor, y si queda tiempo -no más de treinta segundos- para que el presentador o presentadora se “ponga las pilas” para la segunda parte.  En modo alguno el presentador-director (Doña Isabel, en este caso)  deber perder el control del programa y de sus contertulios, ni siquiera en la pausa. Cosa de la experiencia o, inexperiencia.

Con todo, siendo escandalosamente grave la falta de pericia de Isabel San Sebastián –no sabe de televisión-  es todavía más lamentable la respuesta de la Gran Señora de Madrid: «las conversaciones privadas son eso, privadas». «Esto de inmiscuirse en las conversaciones privadas de los demás será propio de otro Gobierno, no del mío».

Al decir eso parece que se ha olvidado de los espías del kilómetro cero, y también parece olvidarse de que es mujer, madre y Presidenta, ejemplar, según quiere hacer ver.  

A cualquiera que haya escuchado o leído la transcripción de esa “conversación privada” le ha provocado sonrojo, menos a Doña Isabel (San Sebastián) y a Doña Esperanza (Aguirre), madres.  

Sánchez Dragó no debe estar muy contento. El tal Salvador le ha quitado el protagonismo.

Estos son los personajes que pululan en Telemadrid.

Alfonso García

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