jueves, abril 25, 2024
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La “escopeta” nacional

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La mirada irónica del maestro Berlanga se gira hacia la otra parte mientras el circo nacional sigue produciendo otros esperpentos. Zapatero pide a Rajoy que prometa en público que “no irá más contra Cataluña,  contra el catalán y contra el sentimiento del conjunto de los catalanes”;  sabido es, por lo visto, que el líder popular no puede ser ni catalán, ni vasco, aunque tal vez un poco gallego.  Con vagas expectativas electorales, Zapatero exhibe el amuleto de los pactos del Tinell (diciembre del 83), que excluyeron de toda alianza al PP,  artífice de la limitación judicial en la reforma estatutaria. Pero son otros tiempos: En plena campaña, Montilla se compromete a “no cometer la traición” de pactar con “ERC o con el PP”,  en una secuencia infinita del rechazo al adversario.

Con todo, la equiparación ERC-PP deviene en sentido inverso al espíritu del Tinell,  donde el independentismo catalán era legítimo como socio, pero no el PP .  En el mismo tiempo pero en otro lugar,  defenestrada la dirección socialista vasca de Nicolás Redondo,  los contactos privados de Jesús Eguiguren con Arnaldo Otegi perfilaban ya las conversaciones del Gobierno con ETA en sendas reuniones gastronómicas.  De los relatos recogidos en el libro “El triángulo de Loyola” (Ed Ttarttalo), de Imanol Murua Uria,  se desprenden las complicidades de la izquierda abertzale con la dirección socialista,  de espaldas a los diversos colectivos cívicos contrarios a la negociación política y al PP.

Hoy un Montilla en plena faena  se distancia del independentismo, real o virtual, y  advierte al presidente de que CiU no es de fiar. Dice que por fuera son estatutistas, pero, por dentro, independentistas,  poniendo a Zapatero en el fiel de la balanza de la ética política. Un ardid que contrasta con la habilidad de un presidente en la modulación de graves y agudos.  Él sí podría dar lecciones de geografía variable al candidato catalán y al presidente de los socialistas vascos. 

Bum, bum, la escopeta nacional. El fuego cruzado chasquea por las trincheras.  El tránsito a la próxima legislatura impide al PP aceptar cualquier avance del Gobierno en políticas de contención del gasto y dispara por elevación contra los “tics” totalitarios del Ejecutivo para vetar la enmienda contra la congelación de las pensiones. En plena campaña catalana propone 240 euros a los pensionistas, para compensar la congelación.  En la nube de la pólvora, confundida, la solución al sellado de la fuga del gasto, salvo que, cosa harto improbable, adelgazáramos la administración a lo Cameron, o diéramos con la fórmula de nuevos sistemas de producción.   

Otra cosa será el éxito de las estrategias políticas, porque se anuncia que quedan menos tontos para creerse las consignas. La negación sistemática del adversario anula la reflexión libre y se añoran políticos menos previsibles, que prescindan de las ocurrencias y se lean los informes.  Se pertrechan en su “argumentario”, ése que preparan sus aparatos políticos y que es reproducido de forma obscena en los canales de información, con la escopeta, cargada, siempre a punto.

 

 

Chelo Aparicio

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