viernes, marzo 29, 2024
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Reforma laboral, ¿segundas partes…?

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Como si el cambio de Gobierno imitara el arranque de una nueva legislatura, se reabren los capítulos que habían hecho tambalear el sillón presidencial de Zapatero. El fracaso del primer diálogo social lleva al segundo intento. Valeriano Gómez es firme: “la reforma no se va a tocar”. Un axioma que debió prometer a condición de portar cartera, por lo incompatible que resulta con su semblante de aquel 29-S de Huelga General, apostado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid junto a sus homólogos sindicalistas cuyo eslogan más light fue el “rectifique, presidente, si no quiere suicidarse’.
 
Lejos de la última opción, se reabre la sesión con mejor ánimo. UGT y CC.OO. reconocen que ha cambiado de forma radical el clímax que rodea los encuentros con el actual ministro, más cercano que el anterior y mucho más conocedor del terreno laboral. De la nueva secretaria de Estado, Mari Luz Rodríguez, dicen lo mismo, “por lo menos, sabe muy bien de lo que habla”. Algunos llegan a decir que en este ambiente donde se sentarán estos meses los número dos de cada sindicato, el camino les viene allanado por los contactos que mantienen los líderes sindicales de forma tanto habitual como discreta.
 
Pero ocurre que la cartera, al ser de Gobierno, lleva dentro la jerarquía y sus frenos a la hora de poner en marcha las políticas activas de trabajo, recién inauguradas como la nueva agenda social de Zapatero. De momento, la ayuda de los 426 euros para los parados en 2011, sigue en el aire. Dependerá, dice Elena Salgado, de la disponibilidad presupuestaria. Si Valeriano Gómez ha perdido o no su primer pulso con Economía es lo de menos. De lo importante, la prórroga de la ayuda, aún no se sabe.

Las previsiones, por lentas, no pueden ser buenas. Si la economía española crece como lo hace a un 0,2 % “no se puede crear empleo”, confiesa el ministro. Confían en el segundo semestre de 2011 para generar unos 50.000 puestos de trabajo, que en contraste con 4,6 millones de candidatos, parece que la cremallera subirá poco.
 
Todo son futuribles. La iniciativa de los itinerarios personalizados para desempleados, por ejemplo. ¿Vigilarán y controlarán a los parados para que circulen por ellos? Y qué entiende el Gobierno por fijar una ruta, ¿cumplir con los cursos y ofertas que obligue el Inem? ¿Es posible detectar las aspiraciones personales en la cola del paro? De no seguir la ruta, ¿perderán las dichosas prestaciones? Cabe esperar que el reto de los itinerarios, bien llevado, supere en dinero, personal y recursos la bolsa de los 426 euros mensuales. ¿Cuándo lo tendrán listo?
 
En el arranque de esta primera reunión formal desde el fracaso de la negociación de la reforma, hace bien Valeriano Gómez en confiar en las formas, ceder en los reglamentos, buscar salidas. Y sobre todo, rechazar el plan Cameron. A Rajoy le parece “que da confianza”. Qué ojo. El resultado se traduce en manifestaciones y altercados. A las protestas estudiantiles en Londres, el primer ministro británico responde con la supresión del subsidio a quien rechace un trabajo. Por eso hay quien se atreve a decir que el asalto a la sede ‘tory’ no ha hecho más que empezar. Y si bien David Cameron juega su primera partida, Zapatero apuesta en la última ronda.
 
Los mercados, el FMI, Europa, no dejarán de mirar a España. Entre sus exigencias continúa aumentar la edad de jubilación hasta los 67, rechazada por partidos y sindicatos. Y por mucho que pretenda el poder dar a entender que quiere generar empleo, nunca los medios para conseguirlo tuvieron que defenderse con tanto empeño. De ahí que en el fondo de las conversaciones, continúe el divorcio en asuntos clave como la negociación colectiva o la propia reforma de las pensiones.
 
El ministro Valeriano Gómez sostiene que hay espacio para llegar a acuerdos, y a Cándido Méndez le gusta citar en estos casos al conde Romanones cuando dijo a las Cortes, «hagan ustedes las leyes que yo las cambiaré en los reglamentos». A aquella frase, dicha en el siglo XX, hubieran querido darle el cambiazo en pleno XXI. Razones no les faltaban, porque más radical que su postura – acabar con la ley – ha sido la reforma. Por mucho que hagan, y en el hacer está puesta la confianza de todas las partes, lo fundamental seguirá dando la razón a Méndez; el reglamento no va a enmendar la ley más lesiva para los trabajadores de esta democracia.

Pilar Velasco

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