viernes, abril 19, 2024
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Montilla pulsa la calle

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El presidente de Cataluña sale a la calle, habla en las esquinas con los ciudadanos, se esfuerza para superar su aire tímido y un tanto distante, y explica que, ocurra lo que ocurra en las elecciones autonómicas no pactará un nuevo Gobierno tripartito con Esquerra si esta demanda, como hace de cara a los comicios, un referéndum de autodeterminación. No hay, en esto último, nada nuevo desde el punto de vista del PSC, pero sí contiene un mensaje político importante. No hay nada nuevo porque, al ser interpelado por la supuesta contradicción de criticar el independentismo de Artur Mas y gobernar con ERC, Montilla ha repetido que el tripartito se basa en un acuerdo de Gobierno que no contiene pretensiones de esa naturaleza y que su socio ha respetado en la gestión del mismo. Convergencia, por el contrario, querría incluir esas reivindicaciones en el programa de Gobierno. Se defendía así y, además, lanzaba una advertencia al PP ante la posibilidad de un acuerdo con Mas si este terminara por necesitarlo.

Ahora señalan los socialistas catalanes que no habrá tripartito en las actuales circunstancias, es decir, con una respuesta a la sentencia del Tribunal Constitucional que comprendiera, como los republicanos quieren la opción de la autodeterminación. Pero Esquerra era independentista antes y después del acuerdo de Gobierno y ya veremos qué ocurre, si los resultados lo respaldan, tras las elecciones. No sería la primera vez que se alegue “responsabilidad” para hacer lo que todo el mundo creía que se había dicho que no se haría.

El lenguaje con ambiguas puertas abiertas para el futuro no quita que haya en las palabras de Montilla un mensaje político distinto al desplegado hasta ahora y desde aquella famosa frase del presidente Rodríguez Zapatero sobre la aceptación inopinada de cualquier reforma estatutaria aprobada en el Parlamento catalán. Al menos como cartel electoral, el PSC parece abandonar el absurdo empeño de ser una imitación del nacionalismo volviendo a posiciones tradicionales. Se podría entender, paradójicamente, que la deriva soberanista no sirve tanto para el voto como para unas relaciones viciadas con el resto de partidos políticos y que, a la hora de la verdad y hablando con la gente en la calle, las preocupaciones son otras.

Veremos el resultado que da porque la gran cuestión no es cómo y con quién vayan a pactar los socialistas catalanes sino, como los reiterados sondeos subrayan, si va a poder hacerlo con alguien. Todos los errores que ahora quieren disimularse en la campaña pueden arrastrar al PSC a una derrota en toda regla, aunque se pretenda ahora aminorarla de alguna manera. La paradoja está en que el líder que les empujó al soberanismo que está hundiendo al socialismo de Cataluña, que no es otro que el presidente Rodríguez Zapatero, puede ser el que, de una u otra forma, se entienda con CiU después de ocultar públicamente el contento porque esta coalición gobierne de nuevo. Los ataques a CiU, como teórica advertencia al PP (si necesitara su concurso), acaban yendo, en el fondo, contra el PSOE. El presidente, en el último Debate sobre el estado de la Nación ya dijo, como si el PSC no tuviera nada que ver con él, que ya sabía que en ese momento no había posibilidad de acuerdo con los nacionalistas catalanes pero que ya se vería tras las autonómicas… Montilla pulsa la calle pero no se encuentra en ella con Rodríguez Zapatero.


Germán Yanke

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