viernes, abril 19, 2024
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La crispación

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Sostiene Mariano Rajoy que el PSOE va a comenzar una época de tensión –o de mayor tensión- tras el acuerdo para sacar adelante los Presupuestos de 2011 y el cambio de Gobierno. Según el líder del PP, sus adversarios creen que este camino es el único o, en todo caso, el mejor para cambiar el signo de las encuestas que, hasta ayer mismo, van agrandando la diferencia a favor de la derecha, parece que a pesar de estas operaciones políticas de los socialistas. Y la verdad es que no sólo lo sostiene Rajoy ya que, incluso antes que él, han sido muchos los analistas que han previsto esta estrategia que en otras ocasiones dio buen resultado al PSOE: si se le escapan los votos por el descontento de sus partidarios hay que convencerles no con un programa sino resaltando el desastre que supondría el triunfo del PP.

Es una estrategia desesperada y que se contradice con la capacidad de explicar adecuadamente lo que el Gobierno ha hecho y sostiene, pero las primeras apariciones públicas de los principales representantes del PSOE apuntan por ese lado. El vicepresidente primero, junto al rótulo –tan poco luminoso- del ahorro y la recuperación, advierte a los ciudadanos de la vagancia de los políticos del PP e incluso se atreve a hablar de su genética. El ministro Blanco vuelve al día siguiente a lo del antipatriotismo del PP después de que unos y otros convirtieran la obscenidad impresentable del alcalde de Valladolid en algo parecido a una bomba atómica lanzada por toda la Junta Directiva de su partido cada mañana.

Todo esto, sin embargo, son disculpas. ¿Es eso lo que nos tiene que decir el Gobierno cuando ha ganado, como dice, año y medio de tranquilidad para llevar a cabo su política? Y dudo, además, que tenga la eficacia que con ello se busca. Al PP, desde luego, no le sirvió la crispación para dar la vuelta a la opinión pública y dudo que en el PSOE piensen que a quien sirve la tensión es a la izquierda. Es una estrategia tan antigua y lamentable que si el PP quiere mantener la distancia que ha conseguido hasta ahora no debería caer en ella (como hace, absurdamente, al hablar de la genética de Rubalcaba para responder a su metedura de pata).

Podría parecer que el cambio de Gobierno iba a obligar al PP a hablar más de lo que ha hecho hasta ahora. No era mala opción pero el desconcierto de fondo del PSOE, si sigue por esa deriva del insulto crispado, le va a ahorrar el esfuerzo. Sería mejor, en este tipo de debate, estar callado.

Germán Yanke

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