jueves, abril 18, 2024
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Rubalcaba tenía razón

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La frase lapidaria que reproduzco a continuación la pronunció Alfredo Pérez Rubalcaba el pasado 25 de agosto en los micrófonos de la Cadena Ser: “El principal activo de Tomás Gómez es haber dicho “no” a Zapatero”. Qué razón tenía el Ministro del Interior.

Pues resulta que el tal activo ha sido respaldado por el 52% de la militancia socialista de Madrid, lo que equivale, dígase como se diga, a una censura de más de la mitad del PSM al Presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE. Acaso Rubalcaba no podía prever en agosto que su frase, mil veces recordada en la campaña de las primarias, se iba a convertir en el eslogan, incluso en la consigna, que ha debido circular de boca en boca entre los 18.000 electores, que han visto la ocasión pintiparada de decirle a Zapatero que no están de acuerdo con su línea de actuación.

A juicio de la mayoría de los medios de comunicación y de sus analistas, es ésta la más grave consecuencia que se deriva del resultado del 3 de octubre, independientemente de que un otrora desconocido Tomás Gómez haya pasado en pocas semanas a formar parte del estrellato de la política, al situarse en un nivel de conocimiento, y no solo en Madrid, que jamás podría haber soñado el ex alcalde de Parla.

Inteligente, perspicaz y excelente titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba dio -¿inadvertidamente?- una valiosa pista a los socialistas desencantados de Zapatero, que ahora se pueden considerar como una muestra cualificada de lo que se piensa de él en el PSOE, y no digamos fuera del PSOE. Cualquier ciudadano que haya seguido la siempre prudente y medida actuación pública de Rubalcaba sabe a ciencia cierta que el Ministro no habla a humo de pajas ni da puntada sin hilo, y que si dijo aquello es porque quiso decirlo, de suerte que tras las primarias la frasecita adquiere todo el valor de una sentencia que configura y dibuja el panorama de división interna que viven los socialistas, y no solo los madrileños.

El intento de Rodríguez Zapatero de quitarse de en medio y los esfuerzos de Ferraz por desligar a su Secretario General de haber forzado las primarias en Madrid, resulta una mediocre comedia de enredo que no convence ni a los niños de pecho. El Presidente del Gobierno apostó fuertemente por Trinidad Jiménez (a juicio de muchos mejor candidata que Gómez) y lo repitió en varias ocasiones, hasta darse cuenta de que se podía equivocar y los piropos se le volverían lanzas. Como ha sucedido.

Si el liderazgo de Zapatero está en cuestión ante la opinión pública, y las encuestas le dan una caída de vértigo –El País del domingo lo confirma-, ahora conocemos el ruido en el interior del PSOE, a través de la incontestable votación de los de casa. Difícil lo tiene un Presidente quemado por la torpe gestión de la crisis económica, contestado por los Sindicatos y abandonado por la mayoría de sus conmilitones y por la ciudadanía, sin que le quede margen de actuación porque la autoridad suprema, la UE y los organismos internacionales, le están pidiendo más reformas, más caña.

Los más de catorce puntos que, según la misma encuesta de Demoscopia, le saca ya el Partido Popular al PSOE, son el fruto de una gestión política presidida por la improvisación y el síndrome de Penélope que ha conducido a España a la más grave crisis desde el advenimiento de la democracia. El señor Zapatero debería hacerse esta pregunta: ¿Se puede seguir así?

Francisco Giménez-Alemán

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