sábado, abril 20, 2024
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Castigo a Zapatero

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El triunfo de Tomás Gómez en las primarias del PSOE en Madrid no sólo tiene consecuencias para las elecciones autonómicas en esa comunidad, sino para la política española en general y el presidente Rodríguez Zapatero en particular. Gómez se enfrentará a Esperanza Aguirre, un reto nada fácil para cualquiera de los dos que hasta ayer eran precandidatos por mucho que los partidarios de Trinidad Jiménez insistieran en que ésta era la que mejor se podía oponer a Aguirre. Nadie, ni los más entusiastas de la ministra de Sanidad, podía estar convencido del éxito y tenían seguramente más razón los escépticos que recordaban maliciosamente que Jiménez ya había perdido en las municipales frente a Alberto Ruiz Gallardón.

Lo apunto por un doble motivo. En primer lugar, por las consecuencias –naturalmente hipotéticas- que habría tenido que Jiménez no ganara a Aguirre después del esfuerzo hecho por el presidente del Gobierno y los dirigentes del PSOE por desbancar a Gómez. Se libran de este examen peligroso porque han perdido el primero, las primarias de ayer. El reto de Gómez es ahora doble porque está por ver si podrá mantener su proyecto y, además, si contará con el apoyo real de la dirección federal  para ello. Y no me refiero al reto de ganar las próximas autonómicas, sino –como estaba previsto desde su acceso a la secretaria general del Partido Socialista de Madrid- al de sostener un proyecto a medio plazo para corregir con paciencia una deriva lamentable del socialismo madrileño y una mayoría del PP que parece seriamente asentada. No era un camino ni fácil ni rápido, teniendo en cuenta por otra parte que Gómez no está ni en la Asamblea de Madrid, y veremos si ahora, con las consecuencias de esta batalla madrileña, puede encararlo con tranquilidad. Es decir, veremos si la retórica de estar todos detrás del que gana las primarias, responde a la realidad.

De todos modos, sin esperar por ya imposible a ese examen definitivo del empeño del presidente, el gran perdedor ayer fue Rodríguez Zapatero, cuya tesis no ha tenido respaldo mayoritario ni entre los afiliados del PSOE. Es un golpe, uno más, para un presidente que ha perdido la confianza y el respaldo, como demuestran las encuestas una tras otra, y un síntoma de hasta qué punto ha perdido el sentido de la estrategia. O sigue, sumido en el error, pensando que sólo él tiene poderes taumatúrgicos o, sumido en la confusión, se lanza a un activismo desesperado, implicándose personalmente y poniendo en juego su escaso crédito. No se puede saber hoy si la elección de los militantes socialistas de Madrid les asegura algo para las próximas autonómicas pero sí, sin duda, que suman un castigo más a los que ya recibe casi a diario Rodríguez Zapatero. Muchos, y éste desde luego, se los tiene merecidos.

Germán Yanke

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