viernes, marzo 29, 2024
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El amor de los extraños

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Scott Simon – la sonora voz de Weekend Edition en la radio pública – ha escrito un tierno librito acerca de las dos personas más importantes del mundo. Para él por lo menos. Baby, We Were Meant for Each Other relata la llegada de sus dos hijas, Elise y Lina, de China, al tiempo que cuenta las historias de otras familias cambiadas por la adopción.

Simon se describe como escéptico de la deidad, pero partícipe de un milagro.
«Mi esposa y yo«, sabíamos que Elise y Lina eran nuestros bebés desde el momento en que recibimos sus fotos tamaño de carné. Lógicamente, sé que no es posible. Pero también sé la forma en que mi corazón, mi mente y mi cuerpo… reaccionaron a sus fotos… Sacaba la foto de la cartera durante las semanas previas al viaje para recoger a cada una de nuestras niñas y la acercaba a los labios para susurrar, «Ya vamos, nena'».

Es una forma inesperada de afecto humano — conocer a un extraño con el que no se tiene relación y, en cuestión de momentos, poder desvivirse por ellos, hasta morir por ellos. La relación es producto de un vínculo roto pero genera lazos tan fuertes como la genética, más fuertes que la raza o la tribu. Es una especie particularmente generosa de amor paternal que envuelve a una vida que no se engendró.


La adopción internacional tiene sus críticos, que alegan un tipo de imperialismo que roba a los niños su identidad. Simón responde, «tenemos pequeñas reales y modernas adoptadas, no simples envoltorios de una cultura». La etnia es una abstracción – a menudo admirable, pero no comparable a las necesidades de un niño que vive en un orfanato o mendigando en bandas errantes. Las niñas chinas adoptadas son refugiadas de una terrible opresión – una legislación de control demográfico que Simon llama «uno de los grandes crímenes de la historia». Cada cultura o raza es superada cuando la vida de un niño es colocada al otro plato de la balanza.


Es una de las cosas más nobles de Estados Unidos que nos ocupemos de niños de otros países que han sido descartados. Simon recuerda su encuentro con un funcionario de inmigración de Chicago al trasladar a Elise a América: «‘Cuando cruce esa línea», dijo, «su pequeña será ciudadana de los Estados Unidos». Luego puso una de sus enormes manos suavemente bajo la barbilla de nuestra hija y sonrió. «Bienvenida a casa, cariño», le dijo». Este recibimiento al mundo es uno de los grandes logros de la historia. Tras siglos de conflictos raciales y étnicos, que terminaron en ríos de sangre, América anunció que el parentesco no importa, que la dignidad se encuentra bajo cada apariencia humana. No hay mayor adhesión a este principio que una familia americana que es reflejo del mundo.


En lugar de minar a alguna cultura, la adopción internacional ilustra la nuestra. A diferencia del beligerante multiculturalismo de los campus, las familias multiétnicas muestran el poder del afecto sobre la diferencia. Tienden a crear personas que pueden tener diferente aspecto al de la norma, pero que se ven igual de normales, humanos simplemente.


Cada adopción internacional supone un infrecuente milagro, en el que los acontecimientos y las opciones son aleatorias pero decisivas. «Los que hemos sido adoptados», dice Simon, «o hemos adoptado o queremos adoptar, tenemos que creer en un mundo en el que las piezas pueden encajar de formas incomprensibles que introducen a extraños en nuestras vidas».


Cuando un columnista tiene un conflicto de intereses, debe darlo a conocer. Mi esposa, nacida en Corea del Sur, fue adoptada por una familia americana a los 6 años y acogida en una comunidad del medio oeste. La vi por primera vez cuando los dos teníamos 10 años, y nunca me he recuperado. Hace años, visitamos el orfanato por el que pasó ella en Inchon – ordenado, alegre, pero con suelos todavía sucios. La directora dijo recordar a mi mujer. Éramos escépticos. Pero la mujer entró en un archivo y sacó una instancia – el parte policial que registraba la forma en que On Sun había sido encontrada abandonada en el mercado, con una nota con su nombre sujeta a su manta.


La vida es una procesión de milagros, pero para mí este destaca. Una niña de 6 años desembarca de un avión en América, sin hablar inglés, querida por una familia a la que no conoce, destinada a casarse, nada menos, que conmigo. Una serie de acontecimientos que comenzó en un mercado coreano dio lugar a mi familia, mis hijos, mi vida. Y ahora mis hijos italianos, judíos, británicos y coreanos se ven como estadounidenses normales y corrientes. Cosa que son.

Michael Gerson

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