jueves, abril 25, 2024
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El presidente está contento

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Ha hecho bien el Gobierno en demorar la confirmación de la liberación de los dos cooperantes españoles secuestrados por Al Quaeda hasta que estuvieran en lugar seguro. Ha hecho bien el presidente Rodríguez Zapatero al agradecer la intervención en este asunto de distintas personas y organismos del Estado y la prudencia con la que la familia y los compañeros de los secuestrados se han comportado durante estos larguísimos meses. Ha hecho bien el líder de la Oposición, Mariano Rajoy, en manifestar su alegría por el resultado final de todo este proceso.

El presidente compareció el lunes al mediodía en el Palacio de la Moncloa para confirmar la liberación aunque ya desde este domingo las agencias de noticias y los medios no sólo la adelantaban sino que ofrecían detalles sobre la negociación y su resultado. Está bien, como he dicho, que Rodríguez Zapatero haya esperado al momento oportuno pero no tanto que, cuando se llevaban horas especulando sobre un posible rescate en dinero, no lo haya negado, como corresponde a un Gobierno que no acepta chantajes de ningún tipo. Y si no podía negarlo habría sido mejor, sin duda, que se sumara silencioso a la alegría general en vez de callar, en una comparecencia pública y sin preguntas, lo que se había convertido en el asunto desgraciadamente polémico de la jornada.

No es este un asunto sencillo ni desde el punto de vista moral ni político. Pero, precisamente por ello, las opciones no son sólo abstenerse y dejar a su suerte a los secuestrados o pagar sin más, si es que se ha pagado, y olvidarse del asunto en medio de la alegría de la liberación. El pago, en su caso, puede ser tanto la consecución del fin del secuestro como un medio para seguir persiguiendo, de modo eficaz, a los secuestradores, aunque no sea lo único que los países occidentales puedan hacer en lugares en los que Al Qaeda campa como quiere mientras a los países de la zona no se les ayuda como se debiera y se les pide después que hagan lo que les causa más peligros para resolver nuestros problemas. No es, insisto, un asunto sencillo, ni lo es valorar, también para los representantes de un país democrático, el estado de necesidad en el que se trata de salvar vidas de conciudadanos.

Tampoco se trata de exigir, en cuestión tan delicada, una luz y unos taquígrafos que dificulten los objetivos de un Estado de Derecho. Pero sí, me parece, que el presidente no se presente ante la opinión pública, como cabeza de la maquinaria que ha liberado a los secuestrados, sin una referencia a lo que siga y sin una respuesta a las especulaciones sobre lo que ha pasado hasta este momento. Mejor, para eso, callar. Si no se ofrece claridad es mejor no venderse a si mismo

Germán Yanke

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