viernes, abril 19, 2024
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Las razones de la ayuda humanitaria

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No sólo las catástrofes de la naturaleza se ceban con los más pobres en las regiones más pobres del planeta. Es el caso de Pakistán, donde a la desgracias de las lluvias, las riadas y las inundaciones se suma el temor de que las ayudas para paliar los efectos de la devastación lleven la marca de la corrupción que las hace desaparecer antes de materializarse, y la no menos incierta en cuanto a sus consecuencias del fundamentalismo religioso.

Esa es la preocupación de los gobernantes, que sospechan de la perversa ramificación de las organizaciones próximas a los talibanes y otras especies similares en el universo de las organizaciones no gubernamentales locales, pues ya ocurrió así con la crisis abierta tras el terremoto de 2005.

Sospechan del peligro el gobierno pakistaní, los gobiernos occidentales y los organismos internacionales de solidaridad y cooperación. Y piensa en ello, con prudencia, la ONU. Algo debe imaginarse la OTAN, que ha puesto en marcha un dispositivo de ayuda por tierra, agua y aire. Y, por supuesto, los EE.UU, que han decidido desviar de sus fondos de cerca de 7.000 millones presupuestados este año para sus cosas en el país, unos doscientos destinados a paliar los efectos de esta crisis.

Puede que la tradicional corrupción local se vea privada de la posibilidad de meter la mano donde no se debe, ya que además, se han constituido nuevas figuras institucionales para el reparto del socorro que se reciba entre la población. En fin, que al albur del miedo a las consecuencias de la manipulación moral de la desgracia, los pakistanís pueden verse favorecidos por una mayor cantidad de ayuda internacional y de un mayor celo local en su reparto.

La experiencia enseña a las víctimas de estas situaciones que pueden confiar poco o nada en la ayuda de sus poderes públicos, ya que estos tienden a ver en estos casos grandiosas oportunidades de hacer crecer patrimonios particulares poco relacionados con el asunto en cuestión, con quienes lo padecen y con quienes trabajan con denuedo para solventar las nocivas consecuencias.

Por eso causan expectación y llaman poderosamente la atención de ellos y nosotros las novedosas reacciones que se están produciendo

Así que, al fin y al cabo, las organizaciones presuntamente humanitarias ligadas al pensamiento religioso talibán habrán logrado con inédita y extraordinaria eficacia su propósito inicial, si es que ese interés era el suyo, de socorrer con eficacia y prontitud a las víctimas de la tragedia, las que han perdido cuanto tenían y que ahora corren el riesgo de verse damnificadas por la enfermedad y el hambre, dejando para mejor ocasión la extensión de su ideología radical.

Extraño mundo este.

Rafael García Rico

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