sábado, abril 20, 2024
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Los gestores de la gripe A (H1N1)

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La Organización Mundial de la Salud parece un perfecto chivo expiatorio al que culpar no sólo de la alarma social generada en torno a la enfermedad, sino también de los millones de vacunas sobrantes que ahora reposan su carga viral en cámaras frigoríficas de numerosos países: ni gobiernos ni medios de comunicación quieren “contagiarse” con la gestión de la gripe A (H1N1).

ALARMA SOCIAL.- La OMS actuó conforme al WHO Pandemic Phase Descriptions and Main Actions by Phase, cuyas normas definen, mediante criterios objetivos, las etapas de una pandemia y la manera de proceder ante sus diferentes fases. Los informes de la OMS exponían que la sintomatología de la enfermedad era leve, que en la mayoría de los casos no sería necesario el tratamiento médico y que “no se preveía un aumento súbito y espectacular del número de casos graves o letales”, según anunció el 11 de junio de 2009 la Directora General del organismo, la Dra. Margaret Chan. No obstante, el virus gripal H1N1 se “transmitiría” rápidamente a través de los medios de comunicación: las cadenas televisivas ansiaban ganar audiencia; los periódicos, aumentar sus ventas, etcétera.

CONFLICTO DE INTERESES.- En su documento WHO Practice Guidelines: Recommended Processes, la OMS exige a sus asesores una declaración sobre aquellos aspectos que pudieran constituir “real, potencial, o aparente conflicto de interés” y añade que esta circunstancia no representa, necesariamente, “una razón para descalificar a un experto”. La existencia de vínculos entre industria farmacéutica y especialistas en salud pública es comprensible; sin embargo, los protocolos de actuación deben evitar que personas relacionadas directamente con empresas que desarrollen antivirales, vacunas antigripales y pruebas relativas a la gripe A (H1N1), formen parte del comité que define las directrices para combatir la mencionada pandemia.

SANIDAD Y SUS MILLONES DE VACUNAS EXCEDENTES.- La decisión de adquirir un número determinado de vacunas depende del Ministerio de Sanidad, y la responsabilidad de tomar esta resolución mediante la reflexión y el análisis, sin dejarse llevar por cuestiones emocionales ampliadas por la cobertura mediática de un suceso o por temores sociales, también obedece a su gestión. Quizá la Sra. Jiménez deba ahora dar a conocer -como ha hecho la OMS- las reales, potenciales o aparentes relaciones entre sus asesores y la industria farmacéutica para aclarar, de esta forma, las suspicacias que han surgido alrededor de las vacunas sobrantes.

Mariam Budia

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