jueves, abril 25, 2024
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De cigarras y de hormigas

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En verano, mientras el ciudadano que quiere trabajar y no puede se obsesiona con el libro de caja familiar en el que los asientos contables relativos a las salidas ocupan más volumen que los de las entradas y tiñen de rojo la cuadrícula, los políticos se visten con prendas más frescas, reducen sus apariciones públicas y suavizan el tono discursivo al tiempo que posponen sus deberes a lo Scarlett O’Hara con un ya lo pensaré… en septiembre

Cuando llega agosto, la España costera vive a ritmo de sangría y el resto del país se paraliza; no obstante, que nadie salga huyendo porque disponemos de servicios mínimos para que la nación no vaya a la ruina. Por ejemplo: usted se puede proveer de alimentos, enviar paquetes al extranjero, solicitar asistencia técnica de cualquier tipo, ponerse enfermo e incluso morirse porque alguien le atenderá, ni usted ni su familia sabrá muy bien cuándo, pero en todas estas cuestiones será atendido más tarde que temprano.

Si quiere liberar su cabeza de preocupaciones y olvidarse de ese político al que tiene ojeriza -vea el barómetro de julio del CIS-, coja un buen libro o medite sus posibilidades laborales septembrinas dado que agosto no da tregua ni en televisión. Las reposiciones se han colado en todos los aparatos receptores. Los informativos, para hacer honor al tiempo caluroso en que vivimos, endulzan sus emisiones con reportajes playeros en los que siempre aparecen jóvenes en topless más alguna noticia antigua e informaciones de relleno emitidas a hurtadillas entre senos y pieles bronceadas.

Si usted debe gestionar cualquier asunto cuya solución dependa de la Administración Pública, tendrá que pertrecharse con paciencia en una mano y técnicas respiratorias en la otra. No pretenda apurar cielos a lo Segismundo pues comenzará y terminará su petición con un “¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!” Los profesionales, tanto del sector público como del privado, desaparecen, los comercios se cierran y una calma sospechosa se adueña de ciudades y pueblos.

Parece que el calor que padecemos en España durante el verano es diferente al que sufren en otros países en la misma estación, porque mientras otros, allende nuestras fronteras, se comportan como hormiguitas laboriosas, aquí, entre fiestas populares y cuestiones del corazón, sigue de moda ser cigarra y esperar a que con la caída de la hoja lluevan, de la copa del árbol, euros y cheques al portador.

Mariam Budia

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