viernes, marzo 29, 2024
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Un extraño verano

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Dentro de pocos días comenzamos Agosto con lo cual la actividad política se desplaza a Palma de Mallorca ya que allí se localiza la residencia veraniega del Jefe del Estado.

Como ustedes saben, la comunicación entre la península y las Baleares se puede realizar de cuatro formas que garantizan el normal discurrir del curso político. Se puede viajar por aire, si los controladores aéreos y el ministro Blanco lo permiten, mediante barco, yate, velero o zódiac y también podemos desplazarnos en la moto de Álvaro de Marichalar o a nado con David Meca.

Estas dos últimas formas de viajar me tienen algo perplejo: el verano avanza y ellos no aparecen por mar alguno.

¿Qué ha sido de ellos? De verdad, no hay ironía alguna en mi preocupación. Lo de la moto, reconozco su enorme mérito ya que no debe ser fácil, pero yo admiro y venero profundamente a David Meca, un señor que si le da un aire cenando en Denia y decide desayunar ensaimadas en el paseo marítimo de Palma, no tiene más que bracear por el Mediterráneo y lo consigue. Si posteriormente decide cenar butifarras, pone destino a la Barceloneta y allí repone fuerzas con tan típico alimento después de un día agitado.

Sus travesías son ecológicas, deportivas, baratas e incluso este año son menos peligrosas ya que el tam-tam de África ha anunciado que por aquí las cosas andan “chungas” y el tráfico de pateras ha disminuido un montón.

Deberíamos tomar ejemplo  ya que si saben nadar y mucho más si llevan un “flota“, son, por definición, travesías sostenibles, palabra mágica que define lo que es en la actualidad  lo más políticamente correcto.

El pasado año hubo un intento de desmitificar sus hazañas, lo cual me indignó. No entiendo esta costumbre tan nuestra que consiste en ver el lado negativo de las cosas. La realidad es que uno se mete en el mar, da unas brazadas, mira hacia atrás y si la playa está algo lejos, solo unos metros, le da un pánico marino que es como el escénico pero con agua salada y se vuelve corriendo a tierra firme. En ese momento, siempre recuerdo y bendigo al señor Meca.

En cualquier caso, con estas líneas deseo mostrar mi extrañeza por no saber nada de los dos e incluso reclamo, desde aquí, urgentemente su presencia.

El Mediterráneo sin ellos, no es el mismo.

Paco Fochs

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