“Es una cuestión de responsabilidad”. Es la respuesta mayoritaria de los portavoces de los grupos parlamentarios sobre su voto de hoy al decreto ley del tijeretazo. Con matices, claro. Que si “no podemos apoyar aquello en lo que no creemos”, que “abstenerse es ponerse de perfil y es dejarlo pasar apretándose la nariz”, “pedimos elecciones anticipadas”… Hay variedad, pero todos, sin excepción, se escudan en la responsabilidad. Un concepto demasiado elástico.
Moncloa la entiende como el sapo que había que tragar después de unos recortes obligatorios. El entorno de Zapatero reconocía hoy que la estampa del día era “la de un Gobierno solo pero con un presidente firme”. Dos adjetivos difíciles de vender juntos cuando no se tiene mayoría absoluta. La palabra “España” no se les cae de la boca porque insisten en “que ahora se trata del país, no de los votos”. La realidad les ha demostrado que no tienen apoyos en ningún grupo parlamentario y por eso muchos han comparado la votación de hoy con una moción de censura sin candidato. En el Gobierno prefieren verla como “una especie de moción de confianza”. Les parece más llevadero.
En cualquier caso, Gobierno y PSOE se han dado cuenta de que con un aprobado por los pelos no pueden llegar muy lejos. Sin CiU, el camino es más difícil porque ya han avisado de que no apoyarán los próximos Presupuestos. Da la sensación de que los tiempos los volverán a marcar Duran i Lleida y Artur Mas, interesados en que las elecciones catalanas tampoco queden demasiado cerca de unas generales. El fantasma de lo ocurrido con Felipe González planeaba hoy por los pasillos de las Cortes.
La responsabilidad, dicen los de Rajoy, consistía en “dar la cara” y partírsela a Zapatero. Por eso el líder del PP tenía ganas de ver al presidente en la tribuna. No ha sido así y los conservadores hablaban de “muestra de cobardía”. El Gobierno ha preferido no darle al debate más relevancia de la que ha tenido y les aterrorizaba la idea de que se interpretara como una desautorización a Elena Salgado. Y, al fin y al cabo, Zapatero ya tuvo que defender el tijeretazo cuando se presentó la propuesta.
Un miembro del equipo de Rajoy sostiene que en la calle la gente les pide “caña”. “Me dicen que le echemos de una vez, otra cosa no la hubieran entendido”. El mismo diputado admite que han recibido “presiones de muchos lados” y que han sabido resistir. La frase más demoledora de Rajoy no ha sido la de “está en quiebra usted, señor Zapatero, y toda su política”. Ni siquiera cuando se ha preguntado: “¿Cómo era aquello, señor presidente? Ah sí, necesitamos un gobierno que no nos mienta”. Tal vez la más clara ha sido la de “no vamos a colaborar para que usted siga ahí sentado”. Por eso el portavoz del PSOE, Alonso, ha dado las gracias a los grupos políticos “que no ponen palos en las ruedas”.
Luz Sanchis