viernes, abril 19, 2024
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Para evitar la catástrofe

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El problema, es evidente, no son sólo -ni mucho menos- los “especuladores” que tratan de sacar tajada de la debilidad del euro por la inexistencia de un gobierno económico ni incluso una coordinación eficaz junto a la moneda única y por el peligro que suponen algunos países con economías más que frágiles en la zona. Hay otras “especulaciones” más problemáticas y de mayor calado, las de los que intuyen, por un lado, que la debilidad de algunas economías hacen que se combine la dependencia de una deuda cada vez mayor y el riesgo de recuperar esas inversiones, lo que hace que aumenten tanto las dificultades como el precio. Estamos en ese territorio y vivimos la paradoja de que, después de meses diciendo que “no somos Grecia”, nuestros socios europeos nos exijan que “seamos como Grecia” y planteemos un plan de ajuste aún más pavoroso y un proyecto de reformas más doloroso cada día que se retrasa.

El problema, siendo tremendo, tampoco es sólo la incidencia de la primera crisis financiera global en una economía como la nuestra llena de debilidades y ficciones, en la que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, en una burbuja que ha estallado y nos ha dejado a la intemperie. Tampoco está únicamente -¡a estas alturas!- en que el Gobierno haya negado la crisis, haya desplegado una retórica estrafalaria sobre las soluciones ideologizadas (que el presidente llamaba con un mal eufemismo “socialdemócratas”), que se haya insistido en que la solución tenía que venir de fuera, que todo lo que hicimos “nos lo podíamos permitir”, que se haya desplegado una pasmosa parálisis tanto para buscar soluciones inmediatas a la gangrena como reformas imprescindibles para encarar el futuro.

No es sólo eso. El problema es también que, en el momento de despertar del sueño (que para los ciudadanos era una pesadilla), el Gobierno sigue fuera de la realidad y de la más elemental seriedad. Improvisa medidas de recorte del gasto, anuncia y niega una nueva fiscalidad, no tiene apoyos parlamentarios ni parece que los busque y un día después de publicar el decreto lo rectifica. Lo que la vicepresidenta pretende presentar como un error en un “decreto complicado”, que ya sería grave, el presidente de la Federación de Municipios explica que es una rectificación en toda regla. Pasmoso ante lo que nos estamos jugando.

El problema, que es el cuello de botella en esta hora para encarar tanto el presente como el futuro, es el Gobierno, que se deshace día a día en la nada si no se ha licuado ya del todo. O el presidente rehace un equipo con un programa coherente y busca de nuevo el apoyo parlamentario suficiente o es mejor que se retire antes de que las cosas vayan a peor y convoque elecciones. Ahora es inevitable el plan de ajuste. Mañana será inevitable la catástrofe.

Germán Yanke

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