jueves, marzo 28, 2024
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Abstinencia, como la entiende el Congreso

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¿Cuándo, exactamente, se fusionaron la revolución Republicana y la revolución sexual?

A medida que pasan los años, los apuntes de la famosa promoción republicana de la Cámara del año 1994 se vuelven más espeluznantes. El comentario más reciente era aportado la mañana del martes por el representante de Indiana Mark Souder.

«Pequé contra Dios, mi esposa y mi familia al mantener una relación consentida con un miembro a tiempo parcial de mi gabinete», anunciaba en una declaración de dimisión.

Y no fue solamente un miembro a tiempo parcial, según fuentes del gabinete de Souder. Hace cinco meses, Tracy Jackson era su… «copresentadora» en un vídeo que la pareja produjo para su página web del Congreso. El tema: la educación de la abstinencia.

«Era usted una de las pocas voces que hablan en defensa de la educación de la abstinencia -dice a su presunto amante Jackson, haciéndose pasar por una periodista en el vídeo-. Ha sido usted un veterano defensor de la educación de abstinencia».

Souder recordaba su solitaria batalla en defensa de la abstinencia durante una vista llena de colegas escépticos. «Debería haberme abstenido de convocar la vista probablemente», decía.

Al parecer no es lo único de lo que debió haberse abstenido.

En su caída, parece probable que Souder se una a sus compañeros de clase Mark Foley (el de los SMS lascivos a los becarios de la Cámara), Mark Sanford (el que practicaba la marcha atlética en la proverbial Ruta de los Apalaches junto a su amante argentina) y John Ensign (cuyos padres pagaron a la familia de su ex amante 96.000 dólares) en la galería de los escándalos sexuales. Otro de sus compañeros de promoción, Bob Ney, cumplió pena de prisión por su papel en el escándalo Jack Abramoff.

Como los demócratas Eric Massa, John Edwards y Eliot Spitzer pueden dar fe, el escándalo puede presentarse en cualquier formación política o partido. Pero los representantes republicanos de la promoción de 1994 destacan: nada menos que 15 de los 73 elegidos en la arrolladora victoria de aquel año han entretenido a la nación con escarceos que incluyen divorcios sonados y sospechosos accidentes de tráfico.

En su precipitada marcha, Souder tomó el trillado camino de culpar de su partida a Washington. «En el venenoso entorno de Washington, D.C., cualquier fallo personal es aprovechado, a menudo manipulado, para obtener beneficio personal», se quejaba.

Pero millones viven en el casco de Washington, y relativamente pocos de nosotros mantenemos relaciones adúlteras con subordinados casados a los que contratamos para ayudarnos a emitir publicidad en canales cristianos.

Tal vez el problema resida en que los legisladores están pasando muy poco tiempo en Washington. En los viejos tiempos se mudaban aquí con sus familias; ahora van y vuelven en avión y se centran en recaudar dinero, pasando factura a los matrimonios. Los hay que tienen un colorido historial antes de llegar. Está, por ejemplo, el dos veces divorciado Bob Barr (Georgia), que en un acto de caridad celebrado en 1992 lamió, según parece, nata batida de los pechos de dos mujeres.

En el caso de otros, los problemas comenzaron poco después de llegar a Washington en 1995. Los representantes Jim Bunn (Oregón), James Longley (Maine) y Jon Christensen (Nebraska) atravesaron divorcios sonados. La representante Enid Greene (Utah) pidió el divorcio y abandonó sus planes de reelección después de que su marido, Joe Waldholtz, fuera acusado de malversación de fondos públicos. El representante Joe Scarborough (Florida), que hoy es presentador televisivo, se contó entre aquellos que la siguieron al tribunal de primera instancia.

El representante Steve LaTourette (Ohio) hizo a sus colegas un mejor servicio. Su esposa le acusó de tener una aventura con su jefa de gabinete; la pareja se divorció en 2004, y él se casó con la jefa del gabinete, que se había convertido en lobbista.

Varios legisladores se expusieron a las acusaciones de hipocresía por las temáticas de valores familiares de sus campañas. La difunta congresista Helen Chenoweth (Idaho), que advirtió célebremente de conspiraciones militares, contrató un anuncio que atacaba al presidente Bill Clinton en televisión por su aventura con una becaria de la Casa Blanca. Un periódico forzó entonces la admisión por parte de Chenoweth de que, tras su divorcio, mantuvo una larga relación con un casado.

Unos cuantos de los 73 de la promoción de 1994 han tenido problemas no relacionados con sus hormonas. El ex representante J.D. Hayworth, que hoy compite con John McCain en las primarias al Senado por Arizona, se vio envuelto en el escándalo Abramoff. Celebraba actos de recaudación de fondos en palcos deportivos que el lobbista Abramoff facturaba a las tribus indias que eran clientes suyos; a diferencia de su compañero de clase Ney, él no tuvo problemas con la ley. También está el representante David Funderburk (Carolina del Norte). Sufrió un accidente de tráfico y después declaró que su esposa conducía antes de aceptar finalmente la responsabilidad legal.

A la orla honorífica del 94 se añade ahora el nombre de Souder, que defendía la abstinencia al tiempo que presuntamente se homenajeaba con una mujer en su nómina. En su vídeo sobre la abstinencia, ella ofrece «ahás» de entendimiento mientras él lamenta que los esfuerzos «para hacer que los chavales se abstengan de mantener relaciones» tengan tantas dificultades. «Sabes qué», le dice a ella. «Nada funciona muy bien».

Como si ella no lo supiera.

© 2010, The Washington Post Writers Group

Dana Milbank

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