jueves, abril 25, 2024
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Hundiendo sueños

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Se desvaneció el sueño. Se fue entre las brumas y las tinieblas, confundido entre nubarrones y tormentas. Se lo llevó una galerna provocada, al fin y al cabo. Pereció sin más ni más. Nos quedamos sin él sin que nos diera tiempo a despedirnos. Dimos nada más que un adiós de los adioses cuando se embarcó y también se lo dimos cuando al instante lo vimos hundirse en un océano de mezquindad y de intrigas y de maldades y de miseria. Hundido sin fin ni fondo, nuestro sueño de cambio y esperanza sucumbió sin dejar más alegría que un tímido recuerdo de resistencia y dignidad. Pero, en realidad, para nada. Ganaron los de siempre. Los mismos que provocaron el huracán, la tormenta y el tsunami son los que inventaron los servicios de rescate refundadores para que jugáramos y nos entretuviéramos un rato. Y, al final, nos mostraron la verdad de las verdades después de jugueteos emocionales.

Esto lo pagamos los de siempre como siempre. Y encima se rasgaran las vestiduras, se arrancaran los pelos, lanzaran injurias y denigrarán por tardíos e inútiles los esfuerzos de mantener a flote el barco aunque se haya hundido el sueño que lo impulsaba. Estos aguafiestas, los cómplices de los brokers, delincuentes de copete, postín, salón enmoquetado que trafican con hipotecas basura, activos tóxicos y otras tantas lindezas de la marrullería financiera; estos cooperadores necesarios para perpetrar el crimen perfecto ahora proclaman que éste es el mayor recorte social de la historia democrática.

Después de supurar por el grano pululento, después de animar como en carreras de babosas la cifra ascendente de parados, después de pudrir el diálogo y la confianza se arrancan los ojos y se desangran compungidos con sus ayes insoportables proclamando la deslealtad social del presidente del Gobierno.

Quizá pudieran aún contribuir antes del desguace de la patria al que han contribuido con sus amigos los especuladores, los ingenieros de contabilidad, los eurodespachadores de negocio especulativo espeluznante, los almunianos de suma y sigue, denunciando por disimulo algún paraíso fiscal, devolviendo el dinero de la ‘Gürtel’ o canturreando alguna tibia contribución ética a este pastel de deshechos de conciencia.

Se hundió el sueño de resistir a los capitales, vencer a la especulación, atrapar a los roedores que trafican con las oportunidades de felicidad a las que nos contaron que teníamos derecho. Este Gobierno de mierda, nos dicen, que se empeña en evitar lo inevitable. Que sean los más débiles quienes arrimen el hombro para que se aúpen los satrapas sobre nuestras cabezas, ellos que ya están echando el ojo a la presión patronal sobre la reforma laboral porque, ya puestos, arrodillemos a este sujeto que se ha atrevido a ponerse de pie contra la historia.

Habrá que saber a quién hay que reprocharle el hundimiento. Y no faltar a la cita con el tiempo impidiendo que algún día de nuevo nos vuelvan a robar estos ladrones. Sí. Los ladrones y sus socios necesarios. Mientras tanto, que el presidente del Gobierno cuente con mi voto. Hundirán mi sueño de resistir a los especuladores, pero no la esperanza en cambiar este mundo turbio.

Rafael García Rico

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