viernes, marzo 29, 2024
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Un despertar trágico

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Cuando llega la hora de la verdad todo el mundo se queja. Lo pasmoso es el modo y la tardanza en llegar a esta situación lastimosa en la que hay que aplicar un recorte de gasto tan brutal. Después de negar la crisis, después de considerarla una simple importación de turbulencias financieras ante las que teníamos el sistema financiero más poderoso del mundo, después de perorar sobre las soluciones socialdemócratas, después de dejar que se pudra en una mesa de negociación de intereses particulares una reforma laboral que se demandaba desde antaño, después de asegurar pretenciosamente que podíamos permitirnos retrasar lo principal del recorte del gasto a los años 2012 y 2013, después de repetir que los salarios de los funcionarios –aumento incluido- eran intocables, nos encontramos, en el plazo de cuatro días con el anuncio apesadumbrado de un recorte de 15.000 millones de euros en los próximos dos años.

Téngase en cuenta, además, que el acuerdo reciente sobre la reestructuración de las cajas de ahorro vino precedido del desprecio a la propuesta del PP en ese sentido y de la cancelación, por innecesaria se dijo, de los trabajos iniciados por Solbes para la reforma de la Ley de Cajas. Ese miso día, que es la semana pasada, el presidente dijo que el PP se equivocaba insistiendo en el adelanto de los recortes de gasto. Se comprende, por todo ello, la desesperación general, no sólo por el recorte mismo, sino fundamentalmente por el tiempo perdido mientras se presentaba como esperanzador lo que era lamentable. El recorte, con realismo, podía haber sido más ordenado. Y, en concreto, el enfado de una oposición tachada de antipatriota y de catastrofista hasta que el Gobierno ha tenido que hacer lo que se le demandaba en España, con prisas y un toque de improvisación, por haber sido presionado por sus socios de la Unión Europea y el presidente de los Estados Unidos. Se han hecho tan mal las cosas…

El PP, además de quejarse sobre las consecuencias de tan larga parálisis, pide más. Algunos de los recortes sugeridos, como el adelgazamiento del Gobierno, no supondrán un ahorro de las dimensiones del que se necesita y, aunque no deben ser desdeñables, seguramente buscan un efecto de mayor erosión de un presidente dedicado hasta hoy a las medidas y disculpas cosméticas. Otros, como los que hace referencia a las subvenciones, tienen más calado porque, en las dramáticas circunstancias actuales en la que los sacrificios directos se extienden tanto, hay que incidir sobre otros gastos menos esenciales. Y, desde luego, ha terminado la época de sumar apoyos con dinero público.

Quizá el Gobierno esperaba un apoyo más nítido o falto de nuevas exigencias. En todo caso, es algo que debía ganarse. Llama la atención, a pesar de las prisas y las presiones exteriores, que los anuncios hechos en el Congreso ni hayan sido negociados con una Oposición a la que se pide respaldo. Pero, además del ahorro, lo fundamental es, como se le dijo ayer al presidente Rodríguez Zapatero, iniciar con urgencia en programa de reformas estructurales que precisa. Las cuentas públicas y el empleo dependen del crecimiento y la protección social está vinculada a que aumente la ocupación. El despertar del Gobierno, zarandeado por socios y amigos, ha sid0 trágico, pero junto a lo que no podemos permitirnos está también lo que debemos hacer con urgencia.

Germán Yanke

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