Tiene razón Mariano Rajoy al subrayar que lo fundamental del acuerdo alcanzado ayer con el presidente del Gobierno sobre la reestructuración del sistema financiero es lo que venía el reclamando desde hace tiempo. Es cierto que, ante la vaguedad y la ausencia en el guión que el Gobierno presentó para lo que se llamó “pactos de Zurbano”, el PP elaboró un documento en el que se hacía referencia a esta materia con propuestas concretas -y tan necesarias como urgentes- que ahora, tras la reunión con Rodríguez Zapatero en la Moncloa, vuelven a estar sobre la mesa.
Quizá el presidente haya querido esperar para plantear esta cuestión al líder de la oposición, fundamentalmente la de las cajas de ahorro, a entrevistarse previamente con el nuevo presidente de la CECA. A la vista de los problemas, y del efecto que tienen en la fluidez del crédito, no tiene una explicación lógica, aunque venga siendo -el del retraso y las gestiones derivadas- una estrategia gubernamental constante. Tampoco la tiene, para entrar ahora en materia, que la vicepresidenta Salgado, es de imaginar que con el aval o el impulso del presidente, detuviera la reforma de la Ley de Cajas en la que trabajaba el equipo de Solbes, diciendo incluso que no era necesaria. Da la impresión ahora de que la llamativa actitud del Banco de España, llena de advertencias que van en la línea de lo que ayer se acordó pero sin la continuación de las decisiones, estaba determinada por una parálisis gubernamental que, afortunadamente, parece que termina.
Hay que utilizar el FROB, aprobado el pasado junio. Hay que propiciar las fusiones de las cajas. Hay que reformar la Ley de Cajas para garantizar su independencia, capitalizar las entidades mediante cuotas participativas con derechos políticos. Se ha perdido mucho tiempo pero, al menos, queda la esperanza de que durante los próximos tres meses se activen estas medidas, se apruebe la nueva legislación, el Gobierno tome medidas y el Banco de España actúe en consecuencia.
Queda en el tintero -nadie habló de ello ayer- un tema complementario, fundamental, que, por cierto, el PP ha venido planteando, también en el documento para las negociaciones llevadas a cabo en el Palacio Zurbano. No es otro que la vinculación del FROB con el saneamiento de los balances que implica dar una solución, sacando al mercado el stock de viviendas, valorando fielmente los activos, aumentando las provisiones por la cartera de inmuebles. Es decir, hay que hincarle el diente a una de las más nefastas consecuencias de la “burbuja inmobiliaria”. Es de esperar que, aunque sea por vía de la letra pequeña de lo que hay que ponerse a hacer, esté previsto hacerlo.
Germán Yanke