jueves, marzo 28, 2024
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La Zarzuela y su teatro

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Si alguna vez tuviera que ausentarme de Madrid, echaré de menos el Teatro de la Zarzuela. Allí han trabajado y trabajan gente que siempre llevaré en mi corazón y donde he tenido vivencias emocionantes y muy positivas.

Un buen día se hizo cargo de este histórico teatro José Antonio Campos, el cual, además de su cualidad de funcionario, y por ello buen gerente de “lo” público, tiene capacidad y sensibilidad para ser un director artístico a la altura de cualquier ‘galáctico’ que ocupe este trono en otros teatros. Sea la Scala o concretamente el Real.

La huella de su trabajo todavía perdura en el teatro de la calle Jovellanos: un equipo reducido, consolidado y profesional, unas producciones arriesgadas y exitosas; entre otras muchas un Wozzeck impresionante, estrenos de compositores españoles, un público fiel y lo fundamental: el despertar de la ópera en la capital después de un largo y mal sueño.

La zarzuela, como género básico en la programación anual, sustituyó a la ópera cuando ésta se fue al Real. Ya existían producciones magníficas como La del Manojo de Rosas de Emilio Sagi que habían preparado el terreno.

Modernizar la zarzuela se convirtió en un objetivo al cual se aplicaron directores de escena con suerte desigual. Mala, cuando se acercan a este género sin cariño alguno o lo sienten como un encargo generoso pero envenenado. Pero eso pasa a menudo con las óperas. Afortunadamente también hay buenas experiencias.

La pasada semana se estrenó Los diamantes de la corona, con música muy estimable y casi desconocida de Barbieri y dirección escénica de José Carlos Plaza, el cual conoce y ama la música en todas sus facetas. Es un espectáculo del Siglo XIX, que se contempla perfectamente en el XXI. Absolutamente recomendable. No se lo pierdan. Escenarios imitando los antiguos decorados pero realizados con tecnología actual. Buenos intérpretes como cantantes y actores. Meritoria labor orquestal. Estupendo el coro. Gran iluminación. Respeto máximo a la obra aunque la trama sea un cuento infantil y modernidad en gestos, expresiones y humor. Un hallazgo que aporta actualidad al espectáculo.

En estas líneas me he referido a queridos amigos míos. Ello me impide extenderme en los elogios, pero, por supuesto, no es obstáculo para reconocer sus méritos y sentirme muy orgulloso de ellos.

Ya sabe, respetado y estimado lector: le esperan en la Zarzuela. En el teatro, no en palacio. No se me vaya a equivocar.

Paco Fochs

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