martes, abril 23, 2024
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La estrategia del PP

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El Partido Popular tiene un problema del que es claramente consciente. Cualquier dirigente sabe que, tras invitar a cualquiera a entrar en el despacho, sea periodista o no, militante o no, aparece en la conversación el ‘caso Gürtel’, el ‘caso Matas’ y otros aparatos que vuelan por su cielo con mejor suerte que los aviones en el norte de Europa, sin que nadie, por el momento, los detenga. El partido se ha empeñado en subrayar, y ha hecho bien, que nadie hasta el momento, por muy serios que sean los asuntos, ha demostrado que haya una financiación ilegal del partido: «Se han enriquecido algunas personas utilizándonos», insisten. Es así, ciertamente, pero no basta porque, además de la batalla judicial, que afecta a los imputados, hay otra en la opinión pública. No se trata tanto de que los ciudadanos piensen que hay lo que los documentos del sumario no dicen que hay, sino de la imposibilidad de hacer, con este barullo, una oposición más eficaz y, en consecuencia, encontrar el escenario adecuado para sus propuestas.

No es tarea fácil en cualquier caso porque la iniciativa, fundamental para aunar voluntades y ganar las elecciones, es más sencilla desde el Gobierno. Todo el lío en torno a la corrupción de algunos populares (o ex populares ya) lo dificulta aún más. Sin embargo, no se puede renunciar a ello si el PP quiere ganar las elecciones, las generales en el 2012 y las regionales y locales que las anteceden: cada comicio es distinto pero todos ellos marcan una línea y una tendencia que la derecha no puede permitirse quebrar. El problema es cómo desarrollar una estrategia eficaz. Y, para ello, más allá de la habilidad de los dirigentes y analistas del PP, hay dos cuestiones en las que, quizá, este partido debería reflexionar.

En primer lugar, la técnica de pretender convertir las acusaciones en una maniobra de distracción de un Gobierno que no acierta en las cuestiones graves y urgentes que afectan a los ciudadanos. Puede haber en algún caso verdad, pero si sólo se quedan en ello están subrayando las acusaciones al convertirlas en materia de una estrategia alternativa del PSOE. Sería mejor quizá, sin renunciar a la defensa en lo que consideren injusto, contraponer la parálisis del Gobierno y sus desaciertos con propuestas y alterativas. Que al PP no le corresponde gobernar es una obviedad, pero sí le conviene que se visualice el tipo de modificaciones que desea imprimir a la política española, no sólo económica.

En segundo término, hay una curiosa insistencia en la contraposición de la acción del actual Gobierno socialista con la llevada a cabo por los gobiernos presididos por José María Aznar. Esta reivindicación puede dar su fruto, pero tampoco basta y si se reitera puede llegar a tener un efecto contrario. Tras conmemoraciones, celebraciones; tras análisis, artículos laudatorios del pasado; tras declaraciones, libros, como el que ayer se presentó con grandes figuras del presente y pasado del PP (Aznar, Rato, Rajoy…) y que es un análisis brillante de la situación en la que se encontró la derecha al llegar al poder en 1996 y lo que hizo a continuación. Tanta reiteración termina por desdoblarse con inevitables riesgos: un PP, el de antes, que hacía lo que hay que hacer, y otro, el de ahora, agobiado por esto y aquello.

Nada es sencillo, pero hay que pensarlo un poco.

Germán Yanke

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