jueves, abril 25, 2024
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Catástrofes que sacuden

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Que en la China
más pobre se acumulen centenares de muertos y miles de heridos en un brutal
terremoto, y que la nube de polvo volcánico en Islandia paralice y distorsione
el tráfico aéreo en Europa son noticias que no dependen directamente de la
acción del hombre, así que espolean las propias obsesiones. Como la de la
polémica increíble en torno al franquismo en España, después de 35 años, a
causa del proceso contra el Juez Garzón. O como la de la preocupación general

en torno a las dramáticas cifras del paro, sobre cuya reforma laboral ya no se
plantea como el talismán para la generación de empleo, so pena que, como dicen
algunos, el Gobierno asumiese las indemnizaciones a los contratados en el 2010 y
el 2011, algo inviable.

Las
desgracias abruptas, que mueven la tierra y cambian las vidas, desplazan las
iras y las culpas propias. Se presentan ante nuestros ojos como un dolor real
que nos concierne. Son tormentas que caen sobre un áspero desierto, y ahuyentan
el malestar baldío, dando tregua a los conflictos. Es la naturaleza. Tragedias
que provocan un efecto purificador de nuestras culpas, como en los miedos de
infancia ante una nevada.

Pasan

historias fuera de nosotros. El cielo europeo se calla. Polonia se crispa por
el faraónico entierro de Kaczynski, y personalidades que dan ejemplo de cordura
y sensibilidad claman porque se imponga el sentido común y sea despedido como
corresponde. La desgracia de Katyn 2 no puede confundir el rango de un
presidente, y su entierro no puede ser semilla de división.

Como la nuestra.

Es algo que ha comprendido el propio abogado de Garzón, quien
ha querido repudiar las descalificaciones de Villarejo contra el Supremo, que
dañan, ha dicho, la propia defensa del magistrado. Valoraciones al término de
su larga declaración por el asunto de los fondos del Santander, en una
incomprensible coincidencia de acumulación de los tres casos que atañen a
Garzón. Hoy era un día raro, después de haber sacado los fantasmas del pasado,

y se dio paso a palabras de concordia. Como las de Rodriguez Ibarra, que pidió
recuperar nuestro orgullo de enterrar el pasado (es decir, nuestra Transición),
desenterrando, eso sí, los restos de las víctimas que aún quedan en las fosas.

Chelo Aparicio

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